San Francisco por Jusepe de Ribera 1643

 

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Este lienzo destaca por su atrevido naturalismo, ejemplo del vigoroso “tenebrismo” propio de la obra juvenil del pintor español Jusepe de Ribera, suavizado aquí por la mayor sensibilidad del artista hacia el color y la luz, fruto de la Influencias neovenecianas y de Van Dyck que absorbió a partir de la década de 1630. El fondo oscuro y sólido resalta la figura del santo, que está rodeada de una intensa luz de gran valor atmosférico, que se desvanece entre los tonos más claros alrededor de la cabeza y las mayores sombras y tonos sólidos del fondo. 

La pintura tiene un evidente aire naturalista, incluso en detalles como la aparición de la herida sangrante en las costillas y los estigmas en las manos, representados con absoluta adherencia a los testimonios transmitidos por las fuentes franciscanas, y la representación casi táctil del Tela y parches en la túnica, cosidos con hilo pálido. La calavera en primer plano, también pintada con un estilo extraordinariamente fluido, recuerda las palabras del biógrafo napolitano Bernardo De Dominici, quien destacó la belleza de aquellas “cabezas mortuorias, incluso diferentes, tan reales que resultan un tanto maravillosas” (De Dominici 1742-1745).

La obra es obviamente un fuerte memento mori con el objetivo de infundir reflexiones profundas sobre la fugacidad del destino humano, invitando al pensamiento escatológico sobre el cumplimiento del tiempo en la vida futura. Es bien sabido, de hecho, que las principales fuentes franciscanas insistieron en el concepto de muerte como “puerta de entrada a la vida” al contar la historia del paso de San Francisco.

La crítica coincide en que se trata de una de las versiones más logradas del gran número de pinturas de santos, mártires y anacoretas representadas de medio cuerpo -y por tanto, de carácter más devocional- del artista español. El lienzo destaca por toda su impresionante belleza pictórica, no sólo por la eficacia con la que resume y retrata fielmente el tema natural, junto con la preciosidad de los colores aplicados, sino también y en definitiva, por la extraordinaria intensidad de su estilo comunicativo.

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