Misioneros y Hermanos Daniel R Luna OFM
Portada: Leonardo Tertuliano OFM Conv
1. Perfiles e historias entorno
Para conocer a alguien es necesario poder mirar a esa persona cara a cara y mirándola identificar en ella los rasgos y características físicas que la distinguen de otras personas. Mediante la confrontación; es decir la frecuencia en que la encontramos y compartimos con la misma se da un conocimiento mutuo, a traves de la experiencia que puede ser paulatina, se va dando una profundización hasta el punto de conocer elementos como son su forma de ser, de responder ante los estimulos que da el ambiente, de comportarse en fin eso que hace único a cada uno al que se llama la personalidad que se expresa el modo de vivir , de relacionarse, su fe etc. En el caso de alguien que no está físicamente presente o bien ya ha cumplido su mision terrenal y ha experimentado la muerte, se puede conocer mediante el testimonio de quien conoció esa persona cuando aún estaba viva y que testifican la experiencia que se ha tenido.
En el libro de America Franciscana, Mariano Errasti intenta dar un perfil físico de como fueron descritos los dos valientes hermanos laicos que por primera vez llegaron al Continente Americano, es interesante que una persona no vive en un mundo aislado es por lo que la pequeña descripción hace está englobada en un contexto que interconecta con otros hechos y personajes:
Los primeros Frailes Franciscanos que llegaron a América fueron Fray Juan de la Deule o el Bermejo -pelirrojo- y Fray Juan de Tisin. Ambos provenían del convento de Ath, la actual provincia belgica de Hainut. Los dos eran legos, es decir, no sacerdotes. A los dos meses de la llegada de Colón del primer viaje, los franciscanos de la rama observante celebraron su capítulo general en Florenzac, Francia, la noticia entusiasmó a los frailes y de tal modo encendió un ardor misionero. Solo fray Juan de la Deule y Fray Juan de Tisin, obtuvieron del Vicario General de los Observantes fray Olivier Maillard el permiso para partir en misión.
A groso modo se hace referencia a la macro-historia es decir a todo el marco histórico, social, politico y religioso, esto engloba eventos y personas concretamente dando una visión general tanto física como caracterial de ellos, se describe el lugar de procedencia, se hace mención de la rama de la Orden a la que pertenecían -en este caso a la observancia-, a eventos de carácter jurídico e institucionales como fue el capítulo general de Florezanc, Francia específicamente de la observancia que estaba tomando forma canónica e institucional. Ya que desde del siglo XIV y más aún en el XV conocerá su mayor consolidación pasando de ser un germen de retorno a la pobreza, a la radicalidad del inicio a afianzarse como un movimiento con personalidad jurídica y una organización reformadora dentro de la Orden Franciscana.
Todo esto gracias a frailes de un alto tesón, de gran testimonianza, esmero y celo apostolico de los cuales se pueden enumerar los más prominentes: San Bernardino de Siena, beato Alberto de Sarteano, San Juan de Capestrano e san Jaime de las Marcas (conocidos como “le quattro colonne dell’Osservanza” las cuatro columnas de la Observancia). Hay que acotar que para el momento en que vivían los dos valientes misioneros existía una sola Orden de Frailes Menores -sin las divisiones que hoy se conocen dentro de la primera Orden fundada por San Francisco de Asis-. Es por lo que se hace referencia en la descripción de Mariano Errasti sobre fray Olivier Maillard que era vicario para los observantes pues el Ministro General de toda la Orden para ese momento era fray Francesco Nanni conocido como Sansoni que probablemente pertenecía a la corriente conventual mientras que nuestro Maillard se encargaba de las cuestiones de la observancia.
Sin olvidar que las dos facciones de la Orden se venían enfrentando desde hacía siglos, lo que llevò en distintas ocasiones a la Iglesia a buscar mediar por un consenso. Unos de los tentativos fue en 1446 por el Papa Eugenio IV con la bula “Ut sacra Ordinis Minorum religio”que concedia a los observantes la autonomía definitiva, aunque después de la elección del vicario general observante se debía pedir la confirmación al Ministro General de toda la Orden. Es importante no olvidar que la mayor parte de enfrentamientos existían por la cuestión de cómo vivir auténticamente la pobreza fundacional. En 1430 se intentó poder crear un consenso entre las dos partes, con la aprobación de las constituciones elaboradas por San Juan de Capistrano donde se prohibió:
● El uso del dinero
● Se hacía renuncia de bienes inmobiliarios
Por un momento esta constitución fue aceptada pero después empezaron las luchas internas. Sin olvidar tampoco que dentro de la observancia existían grupos como son los cismontanos y oltramontanos y de otras “congregaziones menores” que podrían ser considerados como reformas dentro del movimiento de reforma entre ellos : Coletinos, Amadeitas, Guadalupenses, Clarenis (algunos de ellos terminan siendo herejes y forman un grupo llamado Fraticelli), Villacrecianos.
En este ambiente viven los dos hermanos legos ya que gracias a la expansión de los observantes en la primera mitad del siglo XV y a la bula del Papa Eugenio IV los frailes franciscanos de la observancia se extendieron por Francia, Flandes y otros reinos de Europa.
San Francisco, San Antonio y San Bernardino de Siena en el desierto, imagen pintada para un convento de la Observancia. Autor: Pietro Paolo Agabiti.
Como toda la historia está conectada no se puede hablar de misioneros franciscanos en estos siglos sin antes presentar a un personaje excepcional: Gonzalo Jimenez de Cisneros nació en Torrelaguna en 1436. Estudió filosofía, teología, derecho civil y canónico en Salamanca, de allí pasó a Roma donde fue ordenado sacerdote y donde ejerce como abogado. Regresa a España específicamente a Toledo donde consigue el arciprestazgo de Uceda. A punto de cumplir 50 años, después de una profunda crisis espiritual abandona todo y se adhiere a la rama observante de la Orden Franciscana, la más rigurosa y estricta de las dos facciones de la Orden: Conventuales y Observantes con todas sus reformas y derivantes.
Es allí donde sustituye su nombre de Gonzalo por el de Francisco en honor del fundador de la familia religiosa que lo acogió, emprendió una vida de una profunda austeridad y pobreza que lo lleva al convento de la Salceda donde por siete años lo dirige con esmero. Es allí concretamente que en el año 1492 lo conoce la reina Isabel, la católica quien lo convence de que sea su confesor y el cual acepta solo con la condición de no morar en la corte y poder vivir una vida de itinerancia.
En 1495 a la muerte del Arzobispo de Toledo (sede primacial de España) es nombrado por la misma reina para ocupar el servicio de Arzobispo de la sede más importante del país iberico. El fraile arzobispo y después cardenal de Santa Iglesia Romana se distinguió por muchas obras que realizó: restaurar la Catedral de Toledo, la creación de una Universidad en Alcalá de Henares dotada de los mejores profesores humanistas de ese tiempo y la traducción de una biblia políglota que uniera las versiones hebrea, aramea, griega y latina. Fue un reformador del clero de su Arquidiócesis, hombre de política -pues a todos los efectos fue consejero político de la reina-, después de la Reconquista será el encargado de la cristianización de los territorios arrancados a los moriscos y de igual modo fue inquisidor del reino de Castilla.
Como se ve en esta imagen aun después de creado Arzobispo primado de España y Cardenal Cisneros continúa usando su hábito franciscano lo que significa que nunca se aparta de su Orden, se dice que bajo las telas arzobispales llevaba el sayal franciscano que el mismo remendaba, aun en el palacio episcopal llevaba una vida de penitente, oraba y ayunaba a diario. Por la vida tan sencilla que llevaba se dice que el Papa le llama la atención pues tanta sencillez no era de acuerdo a su “rango”.
¿Por qué entonces hablamos del Cardenal Cisneros en relación con los primeros misioneros Franciscanos en América?
Expresamente vimos que los dos misioneros que se embarcaron con Colón en su segundo viaje partieron con el permiso del padre vicario de la observancia. Cisneros se preocupó por afianzar y consolidar los trabajos misioneros que llevaban los frailes franciscanos y a los monjes jerónimos en el Caribe. Más no solo ya que él sería el receptor de las informaciones y noticias que venían desde el Nuevo Mundo pues él ostentaba el título de “Comisario especial sobre todos los religiosos de la Observancia de la Orden de Frailes Menores en los reinos y dominios de nuestros Señores Rey y Reina de las Españas”. La única carta que se conserva de mano de fray Juan de la Deule es dirigida al Cardenal Cisneros, donde expresa el modo en cómo los habitantes de esas nuevas tierras se mostraron disponibles a acoger el Evangelio, por medio del bautismo. Más adelante en 1500 el fraile cardenal manda a su propio secretario fray Francisco Ruiz quien bautizaría un gran número de indígenas y ofrecería al cardenal la situación de los nuevos territorios descubiertos.
Concretamente de nuestros misioneros tratemos de recopilar las informaciones que se encuentran sobre los dos hermanos legos. Antes que nada se debe de partir del hecho que los dos primeros frailes que llegaron por primera vez al nuevo mundo eran letrados es decir sabían leer y escribir, de la vida que llevaron en su convento de Ath ( hoy la parte holandesa de Bélgica) no se sabe mucho, pero se puede suponer que llevaron la misma vida rigurosa , estricta de los otros conventos observantes de Europa, entre oficios litúrgicos, trabajos manuales, ayunos, penitencias e itinerancias. En el libro de America Franciscana se reporta que:
“el 01 de enero de 1489 fray Juan de la Deule hizo una declaración jurada en frente ante el notario Guillermo de Marscal y ante los testigos Nicolàs Bourgeois y un tal Juan Eligio, diácono, honorables y discretos hombres todos ellos , como era de suponer. Y que para esa fecha Juan de la Deule llevaba en ese monasterio ocho o nueve años , que meses antes de embarcarse con Colón los dos hermanos se habían despedido de su padre guardian , que era fray Jacobo Florens y que luego viajaron a España con permiso de fray Olivier Maillard, vicario general de los Franciscanos Observantes”.
A este punto es prudente decir que una vez en España los dos hermanos legos parece ser que fueron orientados a la misiones que se estaban llevando para convertir moriscos en Granada; pero pronto los dos frailes belgas vieron que no era el terreno que se adecuaba a su zelo apostolico. Es entonces que estando a punto de zarpar las embarcaciones de Colón se adhieren a la odisea pues fueron hallados “ robustos de cuerpo, piadosos y virtuosos” según Grassberger.
Un compañero de viaje, Bartolomé de las Casas en su historia de Indias atestigua el perfil de los dos hermanos en su Historia de Indias:
“Alcance a conosgscer dos religiosos de Sant Francisco, que fueron con él (Bernardo Boyle), frailes legos, pero personas notables, naturales de Picardia o borgoñones, e que se movieron a venir acá por solo celo de la conversión destas animas, y que aunque frailes legos, eran muy bien sabidos y letrados, por lo cual se conogscia que por humildad no quisieron ser sacerdotes; uno de los cuales se llamó fray Juan de la Deule o fray Juan el Bermejo, por que lo era, y el otro fray Juan de Tisin; fueron bien conogcidos míos, y en amistad y conversación, al menos el uno, muy conjuntos”.
2. Soñadores de un nuevo modo de Evangelizar
Como viene descrito debajo de estas imágenes son las primeras representaciones que se hicieron de los moradores de las nuevas tierras descubiertas tomados del libro América Franciscana.
En el libro América Franciscana fray Mariano Errasti reporta el modo en cómo se adentraron los misioneros al interior de la Isla de la Hispaniola, bautizada así por el mismo Colón. Nos primero que el interés de fray Juan de la Deule fue conocer y comprender al indigena y en cierto modo identificarse en lo posible con ellos y su estilo de vida, el no viene a buscar oro o enriquecerse sino que a ponerse en servicio de los mismo, ideal que compartía con el ermitaño jerónimo Ramón Pané.
A este punto es importante decir que fray Juan de Tisin regresó a España en 1496. Mientras el devoto y valiente fraile bermejo se adentra en lo profundo acompañado de su compañero de viaje el ermitaño catalan fray Ramón Pané. Este último escribió una obra que se considera el primer escrito en todo el continente. Titulado “Relación acerca de las antigüedades de los Indios” esta la empezo cuando en la primavera de 1495 se movió con fray Juan de la Deule a los dominios del cacique Guarionex - en la actualidad la Vega, RD- donde vivió por más de dos años junto con un amigo indigena llamado Guaicabanux quien despues se haria cristiano con el nombre de Juan, según el mismo Pané.
La Isla de Quisqueya a la llegada de los exploradores del imperio de Castilla y Aragón se encontraba distribuida en cinco cacicazgos, con la cabeza de un líder llamado cacique quienes heredaban su posición a través de la línea noble de su madre. (Se trataba de un sistema de parentesco matrilineal, en el que el estatus social se transmitía a través de las líneas femeninas.). Gobernaba en una estructura piramidal a través de nobles con incidencia en el cacicazgo y a nivel religioso con los chamanes llamados bohiques. - en la imagen 2 el sello postal dedicado al cacique Guarionex por la República Dominicana en 1975-.
La vida que los dos misioneros llevaron es descrita por fray Mariano Errasti que en el libro nos dice que los dos misioneros bien o mal aprendieron la lengua de los indígenas. Donde también dice que según Bartolomé de las Casas fray Ramón escudriño cuanto pudo para aprender por que en la isla existían más de tres lenguas. Los dos misioneros se adentraron a vivir y compartir la vida de los indígenas: vivían en bohíos - un estilo de chozas hecha de palos y ramas regularmente de palmeras-, dormían en hamacas, se alimentaban de maíz, casabe y tubérculos, jobos, guayabas y guanabanas y aún más se identificaron tanto con los taínos que los dos cultivaban su propio conuco- pedazo de tierra- de batata, boniato o camote.
Hay un hecho bastante interesante de fray Juan de la Deule que es atestiguado a su vez por el estudioso Glassberger resguardante a como tuvo que vivir su voto de pobreza en tierras quisqueyanas ya que debido a la humedad el hábito franciscano que trajo en su viaje se había podrido. El hermano bermejo entonces tejió con hilos y fibras naturales una túnica que usaba como hábito con su cuerda.
Paulatinamente los dos primeros etnógrafos estudian la cultura de los taínos, descubriendo sus mitos y creencias. En palabras de Errasti:
“En sus veladas nocturnas o a las sombras de las gigantescas ceibas los indios les cuentan de dónde vinieron y el origen del sol y la luna y como se hizo el mar y donde van los muertos”
En esa constante relación aprenden a comprender a los taínos y a constatar como ellos tenían la capacidad de crecer, de entender la vida, de creer , por lo que reconocen que son fáciles para evangelizarlos. Mariano Errasti nos relata un paso que bien puede ilustrar lo que antes hemos dicho:
“Llegan a querer de tal forma al indio Guaicabanù, que lo tienen como hijo y hermano. Cuando Guaicabanù muere gritando: Dios naboria daca! Dios naboria daca! ( Yo soy siervo de Dios!), fray Ramon se dejó embargar del más noble sentimiento y exclamó: Alabado sea Dios, que me lo dio y luego me lo quito!”
La labor de los dos misioneros se ve contrastada con la actitud desalmada de los otros exploradores y marinos que no se preocupaban por el bienestar o la evangelización de los primitivos moradores. Es así como Deule y Pané se encuentran en la situación de deber ser profetas en contra de todo los abusos que se estaban cometiendo en contra de los indígenas. Pudieron constatar cómo los indígenas pasaron de una actitud abierta y acogedora por una de resistencia y defensa, especialmente con el mismo cacique Guarionex quien se había mostrado buena voluntad y deseos de bautizarse, pero al ver que los “cristianos eran malvados y se habían apoderado de sus tierras por la fuerza” y se rebeló contra ellos.
En 1499 después de la experiencia evangelizadora fray Juan de la Deule regresa a España donde encuentra a fray Juan de Tisin su compañero primario y quien había regresado en 1496 y juntos se entrevistan con fray Olivier Maillard, vicario de la observancia.
Ya para 1500 los dos primeros misioneros viajan con una flota compuesta por cuatro nuevos misioneros, en total eran 6: fray Juan de la Deule, fray Juan de Tisin, fray Juan de Robles, fray Juan de Trasierra, fray Francisco Ruiz y fray Juan de Baudin. Una vez tocaron tierra de la Deule informa al Cardenal Cisneros:
“aunque poco o mucho a todos nos probó la tierra de calenturas, de modo que cuando las carabelas se partieron ya todos estaban buenos, ecceto fray Ruiz, que aún no estamos libres de ellas” Manifestaba al Cardenal que “se habían bautizado más de dos mil ánimas”.
En la descripción que hace fray Juan se dan informaciones del viaje y de la llegada a tierra firme. Pero según una apreciación personal cuando el hermano misionero manifiesta que se bautizaron “ánimas” está reconociendo que estos individuos poseían en ellos una dignidad sacra por ser personas. Dotados de voluntad y capacidad de racionalidad por lo que eran hijos de Dios e iguales en respeto y dignidad. Ya para este primerísimo momento los Franciscanos de Santo Domingo iniciaban a manifestar descontento con Colón y sus políticas hacia los indios , de la Deule lo manifiesta explícitamente cuando en una carta dice que “había hartas ocupaciones a causa del Almirante y sus hermanos”
fray Mariano Errasti nos dice que esas “hartas ocupaciones” significaban que los Franciscanos habían iniciado una campaña intensa en contra de Colon. Nos dice también que el padre Trasierra y Robles encaran al Almirante, concretamente el padre fray Juan de Robles informa al Cardenal Cisneros que “habemos tenido harto trabajo en echar de aquí estos señores” y haciendo la solicitud al Cardenal Cisneros:
“trabajéis como el Almirante ni cosa suya vuelva más a esta tierra, por que se destruirá todo y en esta isla no quedaría cristiano ni religioso”
No se queda allí, pues categoriza el gobierno de Colon como “poderío de Faraón” y pide al Cardenal que el almirante no regrese a la isla diciendo que si los Reyes tenían la intención de servir al Señor y a la conversión de las almas se haga. Con todas estas acciones se inician las primeras manifestaciones de lo que modernamente se conocería como “derechos humanos” en todo el nuevo mundo, ante los abusos y atropellos de parte de un grupo de conquistadores.
Los frailes Franciscanos responden denunciando el despotismo y la sed insaciable de quienes se aventuraban por mar buscando enriquecer a quien patrocinaba el navío y con la esperanza de poder ascender de status social y económico. Pero los frailes no sólo se detienen a ir en contra de los expedicionarios sino en reconocer el dolor y la opresión que estaban viviendo estas gentes de las Islas, a los cuales reconocen como hijos de Dios y súbditos con todos los derechos los señores los Reyes de Castilla y Aragón.
A esta punto es importante reportar unos pasos del Testamento de la Reina Isabel, la catolica llamado el Codicilo hay un numeral en que la soberana habla sobre las Indias y sus habitantes en el Codicilo que es una disposición póstuma al testamento , concretamente en número IX dice :
También mando que en cuanto que el Papa nos concedió las Islas y Tierra Firme del Mar Océano descubiertas y por descubrir [América y las islas cercanas], y como fue mi intención procurar, inducir y atraer a los pueblos que las pueblan a la fe católica, y enviar a las Islas y Tierra Firme prelados y religiosos y clérigos y otras personas doctas... para instruir a los moradores de aquellas tierras en la fe católica, y enseñarles buenas costumbres. A demás suplico al rey mi señor muy afectuosamente, y encargo y mando a la princesa, mi hija, y al príncipe, su marido, que así lo hagan y cumplan, y que esto sea su principal fin y en ello pongan mucha diligencia, y que no consientan ni den lugar a que los indios, vecinos y moradores de las Indias y Tierra Firme, ganadas y por ganar, reciban agravio alguno en sus personas ni bienes, antes al contrario que sean bien y justamente tratados, y si han recibido algún agravio que lo remedien y provean para que no se sobrepase en cosa alguna lo que en las cartas apostólicas de dicha concesión se mandaba y establecía.
Es posible que la Reina estuviese influenciada por esta actitud en favor de los indios de las islas y que pedía que se les respeten sus personas y bienes, ya que ella misma como pudimos leer anteriormente se dirija espiritualmente con un fraile -Cisneros- y se consideraba a sí misma hija de San Francisco dejando ver como la Orden de los Frailes Menores fue una que se identificó con el indio y su cultura, defendiendo y difundiendo el mensaje de Dios que nos hace a todos hijos y por ende hermanos . La Reina Isabel cuando deja estipulado como debía ser su entierro pide que:
Y quiero y mando que mi cuerpo sea sepultado en el monasterio de San Francisco, que está en la Alhambra de la ciudad de Granada, siendo vestida con el hábito del bienaventurado pobre de Jesucristo san Francisco, en una sepultura baja que no tenga relieve alguno, salvo una losa llana con letras esculpidas en ella…
Regresando al Caribe, específicamente a los misioneros que parten en la flota del 1500 con la presencia de los dos intrépidos se debe decir que la acción de ellos no solo consistió en denunciar los atropellos cometidos a los Taínos. Como aspiración más profunda fray Juan de la Deule quería implantar la Iglesia allí en esas nuevas tierras. En su viaje él y sus compañeros frailes dotaron a la Iglesia naciente de sus primeros objetos de culto: cruces, expositorios de oro y plata, varios retablos de madera y cuadros religiosos. Según recuenta el historiador Antonio Maza los frailes llevaban “un organillo pequeño y unas campanas con las cuales alegraron mucho a los indios”.
El año de 1505 significa un año importante para la presencia de los Frailes en las Antillas Mayores. En el Capítulo General de Pentecostés de ese año los observantes erigen la primera Provincia Franciscana en todo el nuevo mundo llevaba por nombre “Provincia Santa Cruz de las Indias” con sede en Santo Domingo, y para hacer nuevas fundaciones debía contar con la venia del Cardenal Cisneros. Una provincia que nació con una ardiente vocación misionera y con un notable celo apostolico pues un gran número de los frailes que la conformaron desde un inicio se movieron no solo por las Antillas sino que llegaron hasta las costas de la Nueva Andalucía - costa oriente de Venezuela-.
En los siglos XVII y XVIII fue una institución floreciente con presencia en la Hispaniola - RD y Haití-, San Juan Bautista - Puerto Rico-, Jamaica y Venezuela, en el Darién- Panamá- Cuba pero 1609 pasaron a la Provincia Santa Elena de la Florida. En palabras de fray Mariano Errasti fue una “rampa de lanzamientos de misioneros” ya que muchos de los otros frailes que durante los años vinieron como misioneros a América pasaron o moraron en algunos de los conventos de la Provincia, tal es el caso por ejemplo de San Junípero Serra quien descanso un mes en el de Puerto Rico o fray Pedro de Gante quien estuvo en el Convento de Santo Domingo en las mismas condiciones y otros muchos más misioneros.
Para 1508 fray Juan de la Deule pasa a Jamaica donde según algunos historiadores muere en el año 1511. Así pasa por este mundo un hombre enamorado de Jesucristo tan profundamente que lo quiere dar a conocer allí donde no había llegado el mensaje del anuncio de la Buena Nueva del Evangelio. H. Lippens su coterráneo lo llamó “héroe de la primera misión Americana”. De él escribe Errasti:
“El primer apóstol franciscano de América evangelizó en medio de unas incipientes estructuras sociales claramente injustas,que el denuncio. Y, conviviendo con el indio y asimilando su cultura con amor y espíritu de servicio, tuvo el genial acierto de abrir, el primero en el Nuevo Mundo, el camino que conduce a una auténtica evangelización liberadora”
De fray Juan de Tisin se tienen pocas informaciones, en 1511 pasan él y cuatro frailes más a Cuba con el adelantado Diego Velazquez. En 1513 se tiene noticia de él, en la matanza del Cacique Hatuey quien se había sublevado a los españoles y dominaba casi toda cuba en una insurrección. Los españoles logran vencer y él es castigado con la hoguera. Es aquí cuando entra fray Juan:
“Antes de quemarlo en la hoguera —relataba el dominico padre Las Casas—, un franciscano se le acercó para hablarle del cielo y de la salvación eterna. El desdichado indio le preguntó si los españoles iban al cielo, y ante su respuesta afirmativa, expresó su deseo de ir al infierno.”
Después de eso lo más probable fue que murió allí mismo en Cuba, lo cierto es que no se tienen más informaciones de él. Quien a pesar de regresar en 1496 a España vuelve para morir en estas nuevas tierras de buenos hombres y mujeres, hermanos en la fe destinatarios del Evangelio de Jesúcristo.
Algunos de los conventos de la Provincia de la Santa Cruz de las Indias – hoy casi todo en ruinas- donde aún se conservan las memorias vivas del trabajo incansable de los Franciscanos en las Antillas y en Venezuela. La imagen que esta debajo en blanco y negro es el sello oficial que le fue otorgada por la Orden a la primera provincia del Nuevo Mundo. Ciertamente la Provincia es el culmen de la misión de fray Juan de la Deule y sus compañeros de misión.
3. Memoria y legado
Recordando que Juan de la Deule una vez llegó a la isla de la Hispaniola prosiguió su misión insertándose junto al ermitaño Ramón Pane de la Orden de San Jerónimo. El trabajo de ellos fue recolectar información etnográfica es así que fray Mariano Errasti da una apreciación que es válida y que se presenta en modo justo con los hechos históricos en torno a la inserción de los primeros misioneros en América. Ya que muchas veces se suele aislar el trabajo de Pané sin olvidar que como en el Evangelio el mandato a los discípulos fue de ir de dos en dos; así dos fueron los pioneros de la Evangelización en el Nuevo Mundo :
“Los títulos de primer etnógrafo, primer catequista y de primer antropólogo de América dados a fray Ramón Pané se deben otorgar también a fray Juan de la Deule, pues juntos estudiaron las costumbres, los mitos y la creencia de los indios, y juntos los catequizaron”.
En la Carta Pastoral del Episcopado Dominicano del año 2015, se dedican dos parágrafo a ellos y a la labor de los frailes Franciscanos en el territorio quisqueyano, que dicen así:
70. Recordamos con admiración a los pioneros de la evangelización y catequistas que fueron hermanos religiosos, no sacerdotes, quienes fueron a vivir entre los indígenas para aprender su idioma y conocer sus costumbres e ideas religiosas y así transmitirles el evangelio, respetando y valorando su cultura. Ellos fueron Fray Ramón Pané, monje de la Orden de San Jerónimo, quien fue el primer europeo en estudiar y aprender una lengua indígena, el taíno, y el primero que escribió el primer tratado sobre cultura indígena taína; y sus compañeros franciscanos Fray Juan de la Duelle y Fray Juan Tissin…
71. Reconocemos a Fray Juan de la Duella y a sus compañeros como los fundadores de la primera comunidad cristiana formada por indígenas en América al conferir el bautismo a Juan Mateo y su hermano Antón quienes se convirtieron en los primeros catequistas del Nuevo Mundo al lograr el bautismo del Cacique Guaticagua y de 16 miembros de su familia.
72. Hacemos memoria de la primera comunidad religiosa establecida entre nosotros en 1502 por la Orden Franciscana de Frailes Menores al fundar los primeros monasterios en La Vega, La Vera Paz (hoy en Haití) y Santo Domingo, y convirtiéndose en el grupo religioso más numeroso de la Isla a lo largo de toda la historia colonial. Los Franciscanos se comprometieron con la defensa de los indios y fueron los que crearon la primera escuela para la educación de la dirigencia indígena en su monasterio de La Vega y fundaron sus estudios generales para la formación de sus miembros.
La Iglesia y la Orden presente en todo el continente Americano deben su fundación a estos intrépidos hermanos laicos que con valentía y devoción vinieron al Nuevo Mundo para instaurar el Reino de Dios en las vidas de todas las personas que se encontraron con el Evangelio.
Fuentes
Historia de la Orden Franciscana: C. Schmitt, DIP, vol. VI (1980), col. 1027.
Para la parte concerniente Cardenal Cisneros:
https://www.youtube.com/watch?v=gipD-TBwcR0
P. Domenico Cresi, San Francesco e i suoi Ordini, Edizioni Francescani di Firenze, Siena, 1955.
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