Apoteosis de la Inmaculada Domingo Martinez 1740

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En esta apoteosis aparece, centrando la composición, la Inmaculada, representada monumentalmente, sobre un trono de nubes, con las manos unidas hacia el lado derecho mientras mira hacia el lado izquierdo, torsión que le da un gran sentido de movimiento. A sus pies aparecen, rodeándola, multitud de angelotes que portan atributos marianos.

Desde el lado izquierdo adoran a la Virgen Duns Scoto y otros varios santos franciscanos, pontífices, santos padres y doctores de la Iglesia, que se distinguieron por su devoción y sus escritos sobre el dogma de la Inmaculada Concepción.

En el lado derecho vemos a la venerable sor María Agreda y a los monarcas españoles Felipe IV, Carlos II y Felipe V, que aparecen coronados y con cetros regios en las manos y vestidos con mantos de armiño.

La corona española legitimaba su poder sobre la idea del monarca como defensor de la fe católica y la promoción de la evangelización. Reyes como Felipe IV buscaron el apaciguamiento de Dios, por sus muchos pecados —y por consiguiente también los de sus súbditos—, a través de la mediación de la Virgen María, promoviendo la definición del Dogma de la Inmaculada, logrando la rúbrica de la bula Sollicitudo omnium ecclesiarum por parte de Alejandro VII. Igualmente, en 1664 se solicitó que la fiesta de la Inmaculada fuese rezada con octava bajo precepto, y no de forma voluntaria en los reinos de España, petición a la que se accedió por parte del citado pontífice. 

Esta obra de gran formato, fue realizada por Domingo Martínez para el claustro principal del convento de San Francisco, el cual era la casa principal de la Orden de Frailes Menores en Sevilla, y que actualmente se conserva en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.

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