20250111 Apertura del VIII Centenario del Cantico de las Creaturas
Apertura del VIII Centenario del Cántico de las Creaturas
El 11 de enero de 2025, en el Santuario de San Damián de Asís, comenzará oficialmente el VIII Centenario del Cántico de las Criaturas. En el acto estarán presentes los Ministros Generales de la Primera Orden y los de la Tercera Orden Regular y Seglar, junto con el Presidente de la Conferencia de Hermanas Franciscanas.
Celebrando el Cántico de las Criaturas 1225-2025
Cuando Francisco de Asís compuso el Cántico de las criaturas, estaba casi completamente ciego. Sin embargo, con una mirada de fe llena de gratitud, contempló las maravillas de la creación y reconoció la presencia del Creador que les da sentido. Todas las criaturas, reflejo de las perfecciones divinas, son hermanos porque son obra y don del mismo Creador. Juntos forman el coro de la creación, que contempla, alaba y agradece a Dios Creador, “ese gran limosnero” que da abundantemente y con bondad (2 Celano 77, FF 665).
El Cántico es la expresión y confesión final de la vida del Poverello, que resume todo su camino de conformidad con Cristo, el Hijo amado. Su fe en la paternidad de Dios se convierte en un canto de alabanza que proclama la fraternidad de todas las criaturas y su belleza. En efecto, “Francisco, en las cosas bellas, contemplaba lo Bellísimo, y siguiendo las huellas impresas en la creación, buscaba por todas partes al Amado. De todas las cosas hizo una escalera para subir y alcanzar al más deseable” (Legenda Maior 9, 1, FF 1162).
Celebrando como la Familia Franciscana
Celebrar el Centenario del Cántico de las Criaturas como Familia Franciscana nos llama a un cambio radical en nuestra relación con la creación, pasando de la posesión al cuidado de nuestra casa común. Cada uno de nosotros debe responder sinceramente a estas preguntas: ¿Cómo deseo vivir mi relación con las demás criaturas? ¿Como un dominador que se arroga el derecho de hacer con ellos lo que le plazca? ¿Como consumidor de recursos, los ve como oportunidades de beneficio personal? ¿O como un hermano que se detiene ante la creación, admira su belleza y se preocupa por la vida? Nos enfrentamos a un desafío antropológico y ecológico que determinará nuestro futuro, ya que está intrínsecamente conectado al futuro de nuestra Madre y Hermana Tierra. Estamos invitados a ofrecer a la sociedad contemporánea “el lenguaje de la fraternidad y la belleza en nuestra relación con el mundo” (Laudato Si’ 11).
La actual crisis ecológica revela que “el entorno humano y el entorno natural se deterioran juntos” (Laudato Si’ 48). Esta conciencia nos permite comprender que el entorno humano y el entorno natural deben ser salvaguardados y enriquecidos juntos, de la misma manera. Cuidar nuestra casa común sin atender a nuestra casa interior –nuestro corazón– no es el camino correcto: es necesaria una conversión que sea a la vez ecológica e integral. Porque, como afirma la Laudato Si’, “la crisis ecológica es un llamado a una profunda conversión interior” (Laudato Si’ 217). En efecto, la estrofa final del Cántico nos recuerda que sólo aquellos con un corazón libre, capaz de frenar la lógica del odio y la venganza mediante el perdón, pueden convertirse en instrumentos de reconciliación y armonía, profecía de fraternidad, como el propio Francisco, que vivió “ en una maravillosa armonía con Dios, con los demás, con la naturaleza y consigo mismo” (Laudato Si' 10).
Altísimo y omnipotente buen Señor,
tuyas son las alabanzas,
la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, te convienen
y ningún hombre es digno de nombrarte.
Alabado seas, mi Señor,
en todas tus criaturas,
especialmente en el Señor hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.
Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.
Alabado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.
Alabado seas, mi Señor,
por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.
Alabado seas, mi Señor,
por aquellos que perdonan por tu amor,
y sufren enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las sufran en paz,
porque de ti, Altísimo, coronados serán.
Alabado seas, mi Señor,
por nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
Ay de aquellos que mueran
en pecado mortal.
Bienaventurados a los que encontrará
en tu santísima voluntad
porque la muerte segunda no les hará mal.
Alaben y bendigan a mi Señor
y denle gracias y sírvanle con gran humildad.
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