Vision de San Francisco Domingo Martinez

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Domingo Martínez fue un pintor barroco español, uno de los más destacados de la escuela sevillana, y la personalidad pictórica dominante de la primera mitad del siglo XVIII. Se formó en Sevilla, siendo uno de sus maestros Lucas Valdés, hijo de Valdés Leal. En 1714 se casó con Mariana de Espinosa con quien tuvo cinco hijos. Bien considerado dentro de la esfera local como prueban los encargos que recibió del arzobispo de Sevilla para realizar diferentes pinturas destinadas a la Catedral .

La estancia de la corte de Felipe V en Sevilla durante el periodo 1729-1733, le permitió entrar en contactó con los pintores franceses que estaban al servicio de la misma. Esta influencia de la pintura francesa está presente en su obra, aunque su estilo es heredero directo del de Murillo. Formado a su estilo, supo fundir habilidosamente la tendencia Murillo con el espíritu de la pintura francesa. Esta fusión de corrientes pictóricas le otorgó una intensa elegancia en forma y espíritu, que elevó intensamente su nivel de creatividad hasta el punto de convertirse en el pintor más rico y famoso de la ciudad.

Comenzaron a sentirse en Sevilla los efectos culturales de la Ilustración, advirtiéndose provechosas reformas sociales. Por otra parte, la ciudad se abrió hacia Europa lo que en arte significó la introducción del estilo rococó, primero y del neoclasicismo después.

En esta obra encontramos a San Francisco ante una majestuosa visión, la de un ángel mayor que, descendiendo del cielo, le presenta una fuente de agua pura.

Otros dos querubines colaboran con la aparición. El primero le presenta un Crucifijo y un lirio blanco, haciendo énfasis en que el llamado proviene del Señor con el primer signo, y el llamado a la Santidad, con el segundo.

El segundo querubín lo toma del cordón símbolo de los votos religiosos de pobreza, obediencia y castidad, y señala al ángel con el agua, mientras que se sujeta de la "hermana muerte" la cual es representada por una calavera.

San Francisco, cae de rodillas ante esta aparición, llevándose ambas manos al pecho, una vez que se siente traspasado por los estigmas recibidos del Señor.

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