San Diego de Alcala

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San Diego y el Milagro de las Rosas. Niccolò Betti, ca. 1610–1611

Niccolò Betti (1546–después de 1618) fue un pintor italiano formado en Florencia bajo la guía de Michele Tosini. En los primeros años de su carrera, participó en la decoración del famoso studiolo de Francesco I de’ Medici en el Palazzo Vecchio, contribuyendo con El saqueo de Corinto dentro del ciclo dedicado a los Cuatro Elementos. Su estilo refleja la influencia de Giovan Battista Naldini y Francesco Morandini, con figuras elegantes y una paleta refinada característica del manierismo florentino tardío. Posteriormente trabajó en Pisa, colaborando en la restauración de la catedral entre 1576 y 1578.

La escena representa el conocido Milagro de las Rosas del franciscano San Diego de Alcalá, hermano lego famoso por su caridad hacia los pobres. Según la tradición, San Diego solía tomar pan del refectorio para repartirlo entre los necesitados. Al ser acusado y obligado a mostrar lo que llevaba bajo su manto, los panes se transformaron milagrosamente en rosas. Betti captura el momento de la revelación: el santo abre su capa y, en lugar de pan, brota un ramillete de flores luminosas.

A su alrededor, las figuras subrayan la emoción del milagro. Una pareja necesitada, con el hombre vendado de la pierna y su cuenco de limosna vacío a sus pies, observa el prodigio con asombro. Un trabajador se detiene para presenciar la escena, mientras dos frailes se inclinan detrás de San Diego, intentando ver mejor las rosas. La composición destaca la ternura del gesto y la humanidad compartida entre los presentes.

Este lienzo formó parte de una amplia comisión de la Casa de Medici que, entre 1610 y 1611, encargó treinta y dos pinturas a veintidós artistas toscanos para la reina Margarita de Austria, cuñada de Cosme II de’ Medici. Las obras estaban destinadas al convento franciscano de las Descalzas Reales en Valladolid, fundado y patrocinado por la reina. Enviadas desde Livorno en junio de 1611, las pinturas fueron dañadas durante el transporte, especialmente tras la muerte repentina de Margarita ese mismo octubre. Con el tiempo, artistas españoles emprendieron su restauración, permitiendo que obras como la de Betti se conservaran hasta la actualidad.

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