26101976 Carta SS Pablo VI a Constantino Koser Capítulo general OFM
S. S. Pablo VI
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Carta al P. Constantino Koser, Ministro general, con motivo del Capítulo general OFM de 1976
(26 de octubre de 1976)
Al amado hijo, Constantino Koser, Ministro general de la Orden de Hermanos Menores.
Los hijos de san Francisco de Asís se sienten ahora más fuertemente movidos a renovar su memoria, ya que se ha cumplido el 750 aniversario de su piadosísima muerte. A este acontecimiento Nos mismo quisimos dar irradiación por medio del mensaje radiofónico dirigido a todas las familias franciscanas. Este mismo es el motivo por el que la Orden de Hermanos Menores, que presides, celebra un Capítulo general extraordinario, al que es propio y peculiar dedicarse muy especialmente a la parte espiritual.
Alabamos por entero semejante programa y deseamos que todos cuantos asisten a esta asamblea tengan en gran consideración el magisterio y las directrices del incomparable fundador y del padre legislador, y que de esta manera el mismo Capítulo inunde saludablemente a toda la Orden.
Hágase, pues, presente en vuestras mentes este «varón católico y todo apostólico» (Julián de Spira: Vida de S. Francisco, n. 28); os veréis así requeridos a imitar su imagen para proyectarla sobre estos tiempos, en los que la Iglesia puede ser apreciada principalmente por la santidad, y por la misma levantar a los hombres hacia aquellas cosas que transcienden la materia, son superiores y conducen a la verdadera felicidad. Pues hoy en día se exige muy sobre todo, por lo que se refiere a la vida espiritual y religiosa, la calidad auténtica.
Hacemos, pues, votos para que esta Orden, que tantos beneficios y frutos proporcionó a la Iglesia y a la sociedad de los hombres, cumpla permanentemente, como fermento vivo, su tarea de santificación: santificación, decimos, tanto de los propios miembros como de los demás. Lo cual ciertamente acaecerá si de verdad seguís a Cristo que os llamó a recorrer un camino más estrecho: principalmente si cultiváis la pobreza o, como dice vuestro Seráfico Padre, «la santa dama pobreza», en el género de vida y en la misma construcción del cuerpo de la Iglesia, de tal suerte que presentéis al mundo como verídico el testimonio de ella; si guardáis fielmente la humildad que el mismo padre quiso que fuera la nota peculiar de vuestra Orden; si ardéis en caridad, por la que, con dilatado corazón, recorráis los caminos de Dios, aspiréis esforzadamente a la perfección y sirváis a Cristo en los pobres y necesitados.
Recordáis también las palabras que se contienen en vuestra Regla y por las que se os exhorta que seáis «siempre súbditos y sumisos... a la santa Iglesia romana, firmes en la fe católica». Que esta obediencia prestada de modo peculiar al sucesor del bienaventurado Pedro constituya para vosotros siempre y en cualesquiera circunstancias como una herencia sagrada de san Francisco, que defendáis y hagáis fructífera. Que este amante obsequio os mueva para que os encontréis en unidad de sentimientos con el sucesor de Pedro, evitando todo lo que pueda debilitar los vínculos de la perfecta comunión, y para que, entregados a un apostolado que arranque de la íntima unión con Dios, ganéis muchísimas almas para Cristo.
Deseando, pues, y rogando al Señor que este Capítulo general sea realmente «la vuelta a la inspiración primigenia de vuestro instituto» (cf. Perfectae Caritatis, n. 2) -no podéis celebrar de un modo mejor esta memoria aniversaria- a ti, amado hijo, a los miembros del mismo Capítulo general y a todos los religiosos confiados a tu cuidado, impartimos muy de corazón la bendición apostólica, augurio de celeste fortaleza y consuelo.
Palacio del Vaticano, a 26 de octubre de 1976, decimocuarto año de nuestro pontificado.
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