Cuaresma Franciscana


El capítulo 7 de "Las Florecillas" cuenta que San Francisco, previo a la cuaresma, junto al lago de Perusa, hospedado en casa de un amigo seglar suyo, tuvo la inspiración de Dios de ir a pasar toda la cuaresma en solitario en una pequeña isla deshabitada de dicho lago. El siguiente texto de las Florecillas puede ayudarnos a vivir una Cuaresma al estilo franciscano.

Capítulo VII de las Florecillas de san Francisco. Cómo San Francisco pasó una cuaresma en una isla del lago de Perusa con sólo medio panecillo. Al verdadero siervo de Dios San Francisco, ya que en ciertas cosas fue como un segundo Cristo dado al mundo para la salvación de los pueblos, quiso Dios Padre hacerlo, en muchos aspectos de su vida, conforme y semejante a su Hijo Jesucristo, como aparece en el venerable colegio de los doce compañeros, y en el admirable misterio de las sagradas llagas, y en el ayuno continuo de la santa cuaresma, que realizó de la manera siguiente...

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Hallándose en cierta ocasión San Francisco, el último día de carnaval, junto al lago de Perusa en casa de un devoto suyo, donde había pasado la noche, sintió la inspiración de Dios de ir a pasar la cuaresma en una isla de dicho lago. Rogó, pues, San Francisco a este devoto suyo, por amor de Cristo, que le llevase en su barca a una isla del lago totalmente deshabitado y que lo hiciese en la noche del miércoles de ceniza, sin que nadie se diese cuenta. Así lo hizo puntualmente el hombre por la gran devoción que profesaba a San Francisco, y le llevó a dicha isla. San Francisco no llevó consigo más que dos panecillos. Llegados a la isla, al dejarlo el amigo para volverse a casa, San Francisco le pidió encarecidamente que no descubriese a nadie su paradero y que no volviese a recogerlo hasta el día del jueves santo. Y con esto partió, quedando solo San Francisco.

Como no había allí habitación alguna donde guarecerse, se adentró en una espesura muy tupida, donde las zarzas y los arbustos formaban una especie de cabaña, a modo de camada; y en este sitio se puso a orar y a contemplar las cosas celestiales. Allí se estuvo toda la cuaresma sin comer otra cosa que la mitad de uno de aquellos panecillos, como pudo comprobar el día de jueves santo aquel mismo amigo al ir a recogerlo; de los dos panes halló uno entero y la mitad del otro. Se cree que San Francisco lo comió por respeto al ayuno de Cristo bendito, que ayunó cuarenta días y cuarenta noches, sin tomar alimento alguno material. Así, comiendo aquel medio pan, alejó de sí el veneno de la vanagloria, y ayunó, a ejemplo de Cristo, cuarenta días y cuarenta noches. (Continua leyendo después de la publicidad).

Más tarde, en aquel lugar donde San Francisco había hecho tan admirable abstinencia, Dios realizó, por sus méritos, muchos milagros, por lo cual la gente comenzó a construir casas y a vivir allí. En poco tiempo se formó una aldea buena y grande. Allí hay un convento de los hermanos que se llama el convento de la Isla (3). Todavía hoy los hombres y las mujeres de esa aldea veneran con gran devoción aquel lugar en que San Francisco pasó dicha cuaresma.

En alabanza de Cristo y de su siervo Francisco. Amén.


1)      La Cuaresma de Francisco es como la de Jesús, tiene a Jesús dentro. Lo importante no es tanto la penitencia que hace, sino el deseo de Jesús, el afán por ponerlo en modos reales en centro de la vida.

2)      Para lograr esta “Cuaresma cristológica” habrá que usar, como Francisco, los medios del aislamiento (silencio) y la sencillez de vida. No son un fin en sí mismos, sino una herramienta ya que a Francisco no le interesa tanto la penitencia sino la realidad de Jesús.

3)      Cuando dice el texto que Francisco comió medio pan es que quiere decir que está huyendo de un ayuno orgulloso, y que quiere vivir el ayuno humilde de la vida que ha sido el ayuno del mismo Jesús que ha vivido una vida humilde y entregada.

4)      Dice el texto que se formó en aquella isla una aldea grande y buena, una comunidad. El ayuno cristiano, el que hacen Jesús y Francisco tiene que llegar a crear comunidad.

Sacamos algunas derivaciones que nos ayuden a vivir la Cuaresma de este año al estilo franciscano:

1)      Lo más importante de la penitencia franciscana, no hay que olvidarlo, es crecer en el seguimiento y amor de Jesús. El franciscano/a no es tanto un penitente cuanto un seguidor. Que en la Cuaresma de este año crezca nuestro deseo de seguir a Jesús.

2)      Francisco nos enseña que el silencio y el ayuno se orientan a la contemplación, al ahondamiento de la fe. No son un fin, sino un medio para adentrarse en la realidad hermosa del Jesús que nos salva.

3)      La Cuaresma franciscana ha de ser Cuaresma solidaria. No es tanto la Cuaresma de quien no come, sino la del que comparte. Vivir sencillamente para que otros, sencillamente, puedan vivir.

4)      El ayuno cuaresmal ha de llevar a crear comunidad, a hacer más fuertes nuestros lazos creyentes y humanos. El ayuno franciscano no es una práctica ascética individual, sino una escuela de fe y de solidaridad comunitaria, fraterna

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