Butlers Vida de los Santos

 

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San Francisco, hijo de un comerciante de Asís, nació en esa ciudad en 1182. Elegido por Dios para ser una manifestación viva para el mundo de la vida pobre y sufriente de Cristo en la tierra, se inspiró temprano en una alta estima y ardiente amor por la pobreza y la humillación. El pensamiento del Varón de Dolores, que no tenía dónde recostar la cabeza, lo llenaba de santa envidia de los pobres y lo obligaba a renunciar a la riqueza y la posición mundana que aborrecía. 

El desprecio y el trato duro con que se encontró por parte de su padre y los habitantes de la ciudad cuando apareció entre ellos con el atuendo de la pobreza le resultaron encantadores. "Ahora", exclamó, "puedo decir verdaderamente: 'Padre nuestro que estás en los cielos'". Pero el amor divino ardía en él con demasiada fuerza para no encender deseos como los de otros corazones. 

Muchos se unieron a él y fueron constituidos por el Papa Inocencio III. en una Orden religiosa, que se extendió rápidamente por toda la cristiandad. San Francisco, después de visitar Oriente en la vana búsqueda del martirio, pasó su vida como su Divino Maestro, ahora predicando a las multitudes, ahora en medio de soledades del desierto en ayuno y contemplación. Durante uno de estos retiros recibió en sus manos, pies y costado la huella de las cinco heridas sangrantes de Jesús. Con el grito: "Bienvenida, hermana Muerte", pasó a la gloria de su Dios el 4 de octubre de 1226.