Aprobacion de la Regla de San Francisco


San Francisco de Asís cantaba a todas las creaturas, en alabanza al padre. Siendo conocido como el Patrono de la Fraternidad universal, después de su conversión acogió a todos los que quisieron seguir su dirección.

En poco tiempo, muchos hermanos se acercaron, queriendo imitar su estilo de vida. Los primeros doce hermanos vivían en una pequeña cabaña, en donde carecían incluso de lo más elemental, techo y alimento.

A pesar de esta estrechez de espacio, la choza fue el lugar de nacimiento de la primera vida en fraternidad, pero también de la primera Regla de Francisco.

“Después de que el señor me dio hermanos, nadie me enseñaba lo que debía hacer. El mismo Altísimo me reveló que tenía que vivir según la forma del Evangelio. Y yo hice escribir sencillamente, con pocas palabras, y el Señor Papa me lo confirmó”.

Toda agrupación de hombres, llevando una vida religiosa, debía tener unas normas que los distinguieran de otras congregaciones. Con la llegada de más hermanos a la fraternidad, Francisco vio la necesidad de redactar una “Forma de Vida”

El eje central era el siguiente: “La Regla  y Vida de los hermanos es esta: vivir en obediencia, en castidad, y sin nada propio. Y seguir la doctrina de nuestro Señor Jesucristo, que dice: Si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes, y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo”.

Otras muy breves anotaciones acompañaban los pasajes Evangélicos: El modo de ser recibidos, la forma de vestir, la vida en oración, el trabajo manual, y como debían ir los hermanos por el mundo.

Terminado el escrito, Francisco propuso a sus hermanos que fueran a Roma, a buscar la máxima aprobación de la Iglesia, la del Papa.

Era la primavera de 1209, cuando los hermanos se pusieron en camino a Roma, con el mejor de los ánimos, y en oración, sin hablar de otra cosa más que de la Palabra de Dios.

Pero en ese entonces Roma no era la de hoy. Entrevistándose primero con el Obispo de Asís, Guido, obtuvieron una primera audiencia con Su Santidad Inocencio III para exponerle el asunto.

Ese primer encuentro con el Papa puede ser considerado un verdadero desastre. Al ver a Francisco, de un aspecto deplorable, lo echó de ahí sin mayor ceremonia, aconsejándole que fuese a echarse con los cerdos, a quienes podría explicarle su Regla.

Francisco, humilde, se fue a cumplir lo que el mismo Papa le había ordenado, pero solamente para regresar más tarde, y aún más sucio que antes, a decirle:

“Señor, ya hice todo lo que me dijiste. Ahora te ruego que escuches mi petición”.

Y el Papa asombrado, pero también muy arrepentido por su propio comportamiento, pidió que fuera a lavarse, para recibirlo favorablemente esta próxima vez.

Finalmente, Francisco logró exponer sus objetivos. Humilde y encarecidamente imploró la aprobación de la forma de vida que había escrito.

La pureza y la humildad de la petición de Francisco admiró al Papa. Quizás le hubiera aprobado en ese mismo instante, pero la presencia de los Cardenales le obligaba a ser prudente. Le preguntó: “Tu propósito de desapropiación es demasiado riguroso. ¿De qué vas a vivir?”.

Francisco explicó:
“Confiaremos en el Señor”.

El cardenal Juan de San Pablo intercedió: “No debemos rechazar lo que pide este pobre, cuando lo que pide es vivir el Evangelio. Si pensamos que su petición es irracional o imposible, blasfemaríamos contra Cristo, su autor”.

Francisco se retiró a orar con fe, más seguro que nunca de su deseo de vivir en la pobreza.

Inocencio III, después de reflexionar el caso, aprobó verbalmente, la Forma de vida o Regla para esta nueva Orden el día 16 de abril de 1209.

Aquellos hermanos presentes y futuros, que fueran designados por Francisco, podrían vivir Evangelio, como se lo habían propuesto.

Recibida la aprobación, Francisco se arrodilló, prometiendo obediencia al Papa. Después, sus hermanos se arrodillaron, y prometieron obediencia a Francisco, por mandato del Papa. 

“Vayan con Dios, hijos. Y cuando el Señor los haga crecer en número, y en Gracia, vengan contentos a contármelo, para que yo les confíe, asuntos de mayor trascendencia”.

Aquel 16 de Abril de 1209 nacía en la Iglesia un nuevo género de vida, una nueva Orden Religiosa. El legado de Francisco a sus hermanos, fue su amor a la pobreza, su mensaje de Paz y Bien y el Evangelio como norma de vida.

Años después, el 29 de noviembre de 1223, Honorio III aprobó la Regla por escrito, con la bula “Solet annuere”.

Recordando ese hecho trascendental, la familia de san Francisco renueva el 16 de abril su profesión en la vida franciscana.




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