Santa Catalina de Siena

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El matrimonio místico de Santa Catalina de Siena, por Vanni Francesco (Siena 1564 - 1610)

La obra se registró por primera vez en 1642 en el inventario de la herencia de Ortensia Santacroce, esposa de Francesco Borghese. Atribuida en 1833 a Francesco Vanni, este nombre fue aceptado por la crítica por sus ideas innegablemente barrocas, particularmente evidentes en la figura del Niño y el uso de colores vivos.

La pintura representa el matrimonio místico de Catalina de Siena. Arrodillada y coronada de espinas, recibe el anillo de su divino Esposo. Junto a la Virgen, presencian la escena Francisco de Asís y Juan Evangelista, este último representado sosteniendo una copa con una serpiente, su atributo iconográfico característico. Según la tradición, la santa, obligada a beber vino contaminado, transformó milagrosamente el veneno de la copa en una serpiente viscosa.

La obra fue atribuida inicialmente al pintor sienés Francesco Vanni por el compilador del Inventario Fidecommissario (1833, p. 37), atribución confirmada tanto por Giovanni Piancastelli (1891, p. 273) como por Adolfo Venturi (1893, p. 67). Este último erudito destacó las características barrocas de la pintura, especialmente en los rojos brillantes utilizados para el rostro y las piernas pequeñas del Niño. Sin embargo, más tarde, Roberto Longhi (1928, p. 182) sugirió el nombre de Ventura Salimbeni, citando la «gama de colores más apagada». Paola della Pergola, por su parte, volvió a proponer la atribución a Vanni, aunque con reservas: en el catálogo de la Galleria Borghese (1959, p. 56, n.º 82), se refirió a «un maestro muy cercano a Vanni, si no […] al propio Vanni». Los críticos aceptaron esta opinión, incluyendo a Kristina Hermann Fiore (2005, pp. 386-387), quien fechó la pintura entre 1605 y 1610.

La obra representa el matrimonio místico de Catalina de Siena. Con una corona de espinas en la cabeza, se arrodilla mientras recibe el anillo de su divino esposo. La escena es presenciada por la Virgen, Francisco de Asís y Juan el Evangelista. Este último personaje aparece representado mostrando un cáliz con una serpiente, uno de sus atributos iconográficos típicos: según la tradición, cuando el santo se vio obligado a beber vino envenenado, transformó milagrosamente el líquido en una serpiente serpenteante.

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