Hallazgo cuerpo San Francisco
El santo fundador de las tres Órdenes Franciscanas falleció en octubre de 1226, y menos de dos años después, el 16 de julio de 1228, el Papa Gregorio e dirigió a Asís para presidir la canonización de San Francisco. Al día siguiente, este Pontífice colocó la primera piedra de la Basílica dedicada a San Francisco de Asís, que sigue en pie hoy.
En un artículo publicado en el diario del Vaticano L’Osservatore Romano (LOR) titulado “Un descubrimiento que puso fin a leyendas”, Mons. Felice Accrocca, historiador y experto en estudios franciscanos, detalla el recuento de lo que sucedió con los restos de San Francisco desde que murió el 3 de octubre de 1226 hasta su redescubrimiento, el 12 de diciembre de 1818, poniendo fin a una serie de leyendas difundidas entre los fieles de ese tiempo.
Cuando murió Francisco se evitó sepultarlo en una catedral ya que una vez haciéndolo, habría sido muy difícil reubicar sus restos, especialmente cuando ya existía el proyecto de la futura Basílica para el santo.
Por voluntad de Gregorio IX, esta Basílica estaba sujeta solo al Romano Pontífice y debía ser considerada por los franciscanos como ‘cabeza y madre’. Fray Elías (de Cortona) se encargó de gestionar con notable habilidad toda la operación. Este hermano había sido compañero de Francisco que lideró la orden franciscana desde 1221 como vicario, y luego como ministro general entre 1232 y 1239.
El 25 de mayo de 1230 los restos del santo fueron trasladados de esta Basílica que le fue dedicada, pues el gran temor en esos casos, era que el cuerpo pudiese sufrir daños por parte de la multitud deseosa de obtener cualquier reliquia.
Pero el desorden del traslado hizo que los soldados responsables de la seguridad aislaran el vehículo en el que iba el cuerpo del santo, impidiendo el acceso a los frailes y también a los delegados papales, para luego introducir el cuerpo en la iglesia sepultándolo en un lugar desconocido para todos.
Este hecho hizo que surgieran muchas leyendas a lo largo de los siglos, que llevaron a algunos incluso a creer que, a imagen de Cristo, Francisco también había resucitado. Otros dijeron haber visto no un cadáver, sino un cuerpo incorrupto, de pie, como si estuviese vivo.
Algunas fuentes dicen que un fraile a cargo de la construcción de la basílica selló en secreto los restos en una parte de la iglesia para protegerlo de posibles invasores sarracenos. Otras fuentes dicen que el cuerpo de Francisco no fue sellado hasta el siglo XV para protegerlo de las luchas internas entre familias italianas.
En una ocasión, el Cardenal Paolo Emilio Sfrondati, ordenó una búsqueda del cuerpo, pero las protestas de los frailes y fieles hizo que el Papa Pablo V firmara una bula de protección el 28 de agosto de 1607.
De cualquier manera, en el siglo XIX, nadie estaba muy seguro de dónde estaba el cuerpo de Francisco, y nadie lo había sabido durante siglos.
A principios del siglo XIX, el Papa Pío VII dio permiso a los católicos locales para buscar el cuerpo. Bastante seguro de que el cuerpo estaba en algún lugar de la basílica, el equipo quitó parte del piso de la iglesia principal y encontró una serie de barras de hierro, similar a lo que era común para proteger las tumbas en el siglo XIII. Después de que toda la zona fue excavada, bajo una gran cantidad de roca y a través de un túnel encontraron los restos intactos de San Francisco.
No fue sino hasta la segunda mitad del siglo XVII que Constatino Suyskens, experto que revisó lo referente a San Francisco de Asís en el segundo tomo del Acta sanctorum, quien indicó con exactitud el lugar donde se debía excavar, es decir, bajo el altar mayor de la basílica inferior.
El Acta sanctorum o Actas de los santos es un completo texto sobre los santos elaborado por jesuitas conocidos como los bolandistas, nombre que surgió del sacerdote que fundó a este grupo de eruditos, el belga Jean Bolland.
La búsqueda del cuerpo, que parecía inalcanzable, se retomó en 1806, cuando el ministro general de la ofm, Nicola Papini, con la ayuda de algunos frailes, condujo en el más absoluto secreto, trabajando de noche y ocultando en las mañanas todo rastro de los trabajos y la nueva excavación. Sin embargo, el avance de las tropas napoleónicas en el territorio del Estado pontificio detuvo la obra e hizo que todo se pospusiera.
En 1818 y tras la caída definitiva de Napoleón y sus tropas, se reanudaron los trabajos bajo la guía de Giuseppe Maria de Bonis. Después de un primer y fallido intento, se volvió a excavar en la dirección en la que había indicado Nicola Papini y, finalmente –el 12 de diciembre– los restos del santo fueron encontrados.
Lo que se encontró no fue un cuerpo incorrupto o de pie, sino simplemente los huesos de una persona que había sufrido, en definitiva, los restos de un hombre de carne y hueso que había hecho de Cristo su razón de vivir.
El cuerpo de San Francisco se trasladó a una cripta pública dentro de la basílica en Asís, abierta a los peregrinos para su veneración. Este descubrimiento del cuerpo del santo es conmemorado en la orden por un oficio especial el 12 de diciembre.
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