Novena a Santa Clara
Oración Inicial
Dichosa Santa Clara, gloriosa Virgen de Asís, míranos a tus plantas para hacer tu Novena. Queremos solicitar tu intercesión y aprender tus lecciones. Tú fuiste ilustre y clara de nombre y de vida. Así queremos seguirte. Que en nosotros no haya nada oscuro, ni nieblas de pasiones ni negrura de pecados.
Intercede por nosotros ante Cristo. Que resplandezca nuestra alma con la claridad de la gracia para que pueda brillar un día en la claridad de la visón divina. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor, Amen
Aclamaciones
-Loado seas, mi Señor, por nuestra Hermana Clara, que se abrazó por tu amor a la pobreza santa (Padrenuestro)
-Loados seas, mi Señor, por su vida penitente y liberada. A ti, el honor, la gloria y la alabanza. (Padrenuestro)
-Loados seas, mi Señor, por su vida alegre y entregada y porque suscitaste por doquier miles a su semejanza (Padrenuestro)
Reflexión diaria
- Día 1. Dante afirma que “Asís es un nuevo oriente”, el oriente de la luz y del sol. No sólo porque allí nación Francisco, sino también por Clara, la hija de Favarone y Hortulana, nadçcida el 16 de julio de 1194. Su familia es noble y pudiente. En el castillo de Sasso Rosso se habían unidos las dos familias más ilustres de la ciudad: los Flume y los Sciffi. A la vez es profundamente religiosa. Reciben aquella hija primogénita como “una luz que viene a iluminar al mundo”, y por eso, al darle el santo bautismo en la misma pila, donde doce años antes lo recibiera Francisco de Asís, le ponen el nombre de Clara. Desde sus primeros años se le vio inclinada a la virtud. Su piadosa madre la educaba con todo esmero y la inculcaba el amor a la oración a las obras de caridad. Uno de los testigos declaró bajo juramente en el proceso de canonización que “conoció a Clara cuando era niña y que desde su primera edad comenzó a dedicarse a obras santas”. ¿Qué es hoy un hogar? ¿Es una pequeña iglesia en la que se aprende a amar a Dios a los hombres? ¿Cómo se vive en èl la responsabilidad educadora?
- Día 2. Clara había oído del joven Francisco, su paisano, que se había entregado a Cristo, y que él seguía un grupo de juventud… Aquella Cuaresma de 1212 tuvo la oportunidad de oírle en la Catedral. Su alma vibraba ante el nuevo ideal por el vivido y propuesto. En lo hondo de su alma comenzó a repiquetear la voz de Dios; Olvida tu casa y tu gente, olvida tu hogar y sal de tu pueblo”. La lucha interna era grande. Otras voces se alzaban también dentro de Clara: “Tienes solamente dieciocho años. ¿Vas a tener valor para dejar casa y familia? Pero la voz de Dios cada día resonaba más fuerte: Y llega la noche del Domingo de Ramos. Sale de su hogar por una puerta secretara y acompañada por su amiga Pacífica, va hasta la Porciúncula, donde la esperan Francisco y sus frailes. Santa María de los Ángeles está engalanada de fiesta y allí, ante el altar de la Virgen, Clara se va a consagrar a Dios. Una túnica oscura de lana, una cuerda de nudos y unas sandalias pasan a ser su vestido. Luego, de rodillas, inclina su cabeza y Francisco va acortando su rubia cabellera. Clara ha abandonado el mundo por Cristo. Ha dicho adió a comodidades, lujos y halagos. Ha nacido la 2ª. Orden Franciscana.
- Día 3. Clara, la primogénita, ha abandonado la casa paterna. Quiere ser solamente de Dios. Su familia se rebela. No puede admitir tal propósito. La exponen toda clase de razones. Desde los halagos hasta las amenazas. Todo es inútil. Ella tiene muy firmes en su alma las palabras de Jesús: “El que ama a su padre o a su madre más que a Mí, no es digno de Mi”. El 15 de abril de 1212, dieciséis días después de la toma de hábito de Clara, su hermana Inés decide quedarse también en el convento y también se queda la amiga Pacífica. Sus familiares arrecian la lucha. Quieren sacarlas del convento. Tras una breve estancia en las Benedictinas, ellas se instalan definitivamente en San Damián, formando la primera fraternidad de Damas Pobres. Las palabras convencen, pero los ejemplos arrastran. La fama de sus virtudes se va extendiendo. Las jóvenes de Asís y su comarca miran hacia San Damián.
- Día 4. A Santa Clara le gustaba llamarse con humildad “la plantita de San Francisco”, pero no nos engañemos. Clara es admirable, como lo fue Francisco. No es a la sombra de la Primera Orden como hay que ver la historia de las Damas Pobres, las Clarisas. Es una historia fraternal, pero paralela. Clara y Francisco tuvieron que asumir las responsabilidades de las propias Órdenes. El la condujo hacia Cristo, pero en su destino quiso que fuese totalmente libre su responsabilidad. Pro Francisco fue trasplantada al claustro. Ella es la primera mujer seguidora del ideal franciscano. La joven abadesa estaba tan llena de Dios y de su espíritu, que Francisco con frecuencia le pidió su consejo, y encomendó a sus oraciones los trabajos de sus frailes. Ella no había de salir a los púlpitos a anunciar la Buena Nueva, pero en silenciosa tarea cooperaba en el inmenso trabajo de los franciscanos. El esfuerzo corporal no es nada si no está sostenido e iluminado por la oración. Así lo entendió Clara. Mientras sus hermanos recorrían los púlpitos del mundo, ella y sus hijas alcanzaban el valor sobrenatural para su esfuerzo.
- Día 5. A San Francisco se le ha definido como “el hombre hecho oración”. ¿Qué decir de Santa Clara? Algunos creen que orar consiste en pedir. Otros lo confunden con la meditación. Orar es, ante todo, una actividad del corazón. Orar es amar. Es el acto más noble y elevado de la criatura humana. Es pensar en Dios con amor. Santa Clara tenía el corazón fijo en su Dios. A El Como a su centro enderezaba sus afectos. Su sueño es vela y canto el despertar antes de la aurora. Hacía suya y vivía la oración del Seráfico Padre: “Tu eres el Bien, sumo Bien, todo Bien, Señor, Dios mío, vivo y verdadero”. Durante horas Clara se abandonaba a la oración. Era un cara a cara con el Único Amor. Orar para ella era vivir en la presencia amorosa de su Dios. Nada más y nada menos. Lo demás era consecuencia. Ante la eucaristía pasa horas en ferviente adoración. Acude a María porque Ella es camino hacia Dios, nos ha dado a Cristo y es modelo de virtudes. Tomás de Celano nos lo comunica: “Su alma se entregaba sin cesar a la oración. Levantada la primera, iba a despertar a las Hermanas más jóvenes, sin romper el silencio, animándolas con la mirada a comenzar el día con fervor. Después, durante el día, rezaba sin cesar cualquier que fuera su ocupación.
- Día 6. San Damián es el recinto que congrega a Clara y sus hermanas. Habla de silencio, de entrega, de renuncia alegre, de paz. Es una iglesia minúscula, un coro pobre, dormitorios pequeños, una huerta amurallada. Allí Clara pasó toda su vida consagrada. Las exigentes palabras de Jesús estaban allí hechas vida. Aquellas religiosas habían renunciado a todo, habían dado sus bienes a los pobres y habían cargado alegremente con la cruz. No llevaban dinero, ni alforja, ni abrigo, ni cayado. Pero allí había una paz y una felicidad desbordantes y comunicativas. Ningún visitante distraído podía dejar de percibirlas. Allí todo es calma, todo es alegría, todo es recogimiento y paz. La felicidad se hace sensible. Era la mejor propaganda de su ideal, que, vivido con aquella ilusión, forzosamente tenía que suscitar seguidores. Así se explica el crecimiento prodigioso de conventos de Damas Pobres, no sólo en Italia, sino también en Francia, España, Austria, Bohemia. En vida de Santa Clara existían ya en España veinte monasterios de Clarisas. Santa Clara, encerrada en una comunidad de clausura, supo irradiar la luz de su ideal más allá de San Damián, pasando a ser una de las grandes figuras femeninas de la alta Edad Media.
- Día 7. A los ojos del mundo la vida religiosa aparece con muchas interrogantes. La presencia de Religiosas en obras asistenciales y educativas que exigen gran caridad y espíritu de sacrificio todos la admiten aunque sea por necesidad, pero las Religiosas de Clausura, constituyen una paradoja. Cuando se valora obsesionadamente la velocidad, el rendimiento material, la utilidad y el placer, sigue habiendo esas personas que desean vivir en el silencio de un renunciamiento total. Cuando se olvida y discute la fe, aparecen ellas como testigos de una fe inconmovible. Es desde el plano de la fe desde donde hallamos explicación: Dios nos ha creado para conocerle, amarle y servirle, y ellas, desligadas del mundo, viven dedicadas de pleno a amar y glorificar a Dios. Le ofrecen sus vidas en inmolación por sus hermanos hombres, y así se ha dicho que sus convenios son “pararrayos de la justicia divina”, que ellas son los “diez justos” por amor a los cuales Dios está perdonando a la humanidad pecadora. En un mundo cansado de palabras están ellas como testigos. Pio XI dejó escrito: “Los que se entregan constantemente a la oración y a la penitencia contribuyen al progreso de la iglesia ya la salvación del género humano con más eficacia que los que cultivan obras de celo en el campo del Señor”.
- Día 8. Las crónicas nos hablan de la bondad y amor de Santa Clara. Era la suya una fraternidad agrupada por la piedad y el silencio. Y apoyada en aquella abadesa que durante el invierno, en los días fríos, se levantaba cada noche para comprobar que todas las hermanas estaban bien arropadas; que, si alguna estaba enferma, le preparaba alimentos especiales; que, si otra aparecía preocupada multiplicada sobre ella la ternura y el efecto para devolverla la paz… En el proceso de canonización se demuestra un gracioso milagro que demuestra la solicitud y ternura de Clara para con sus hijas. Había en San Damián una enferma que languidecía por falta de apetito. Desconsolada, le preguntó Santa Clara que le apetecía: -Ah! -dijo la enferma-, si tuviera truchas de Tupino y tortas de Nocera, las comería a gusto, pero “donde hallarlas?. Se arrodilló Santa Clara… y casi de inmediato se oyeron golpes en la puerta. ¡Era un joven que traía dos paquetes, y en ello venían los alimentos que la enferma deseaba!… Para atender a las hermanas, multiplicó el aceite, ahuyentó a los sarracenos mostrándoles la custodia santa… Toda su vida está llena de detalles de bondad y amor.
- Día 9. Santa clara de Asís es una de las representantes más cualificadas de la Vida contemplativa. Santa Teresa de Jesús nos dice que se le apareció con mucha hermosura y que la tomó “gran devoción”. Tomás de Celano nos la describe así: “Noble por su nacimiento, más noble todavía por los dones de la gracia, virgen de pureza angelical… fervorosa en el servicio de Dios desde joven, dotada de rara prudencia, de humildad sin límites…; era Clara una de esas almas grandes a la que no puede loarse dignamente en los idiomas de esta tierra…” El Papa Alejandro IV nos dejó esta descripción: “Era el ornato del valle de Espoleto, la princesa de los pobres, la duquesa de los humildes, más gustosa de obedecer que de mandar, discreta y prudente, amable y dulce. Sus pies rozaban el suelo, pero su corazón estaba en el cielo y su frente resplandecía con todas las bellezas sobrenaturales que forman la diadema de los elegidos…” Muere en el año 1253. Dos años más tarde el papa Alejandro IV inscribe su nombre en el catálogo de los santos. Por su mediación. Dios ha querido realizar muchos milagros. Imitemos y acudamos a ella.
Oración Final
Virgen prudente, Clara de Asís, fragante azucena del Jardín Franciscano, desde tus primeros años te rodearon riquezas, bienestar, halagos, pero a la vez se cultivaban en tu alma sentimientos de religiosidad y bondad. Desde niña fuiste “Clara de nombre y Clara de vida”, sin sombras ni oscuridades.





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