Liturgia de las Horas Santa Isabel


Santa Isabel de Hungría, por Hugues Merle, 1879. Óleo sobre lienzo.
I Vísperas
HIMNO
Si el mundo te brindó estrellas
y el amor hondos rosales,
el mundo fue para ti
vanidad de vanidades.
Y si el oro sus destellos
y la almena su paisaje,
el mundo fue para ti
vanidad de vanidades.
Nada mancilló tus aguas,
nadie quebró tus andares,
pues fue el mundo para ti
vanidad de vanidades.
Danos, Isabel, gustar
pobreza y cruz a raudales;
danos saber que es el mundo
vanidad de vanidades.
Al Padre Santo y al Hijo
y al Espíritu alabadles,
desde un mundo que rebosa
vanidad de vanidades. Amén.
SALMODIA
Ant. l. Bendito sea el nombre del Señor que ha hecho en santa Isabel prodigios de misericordia.
Los salmos y el cántico, del Común de santas mujeres.
Ant. 2. Glorifica al Señor, Jerusalén, que ha bendecido a tus hijos dentro de ti.
Ant. 3. El Señor te prefiere a ti, y tu Dios encontrará la alegría contigo.
LECTURA BREVE                                                                                                                 Flp 3, 7-9
Todo lo que para mí era ganancia lo consideré pérdida a causa de Cristo. Más aún, todo lo considero pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo y ser hallado en él, no con una justicia mía, la de la ley, sino con la que viene con la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe.
RESPONSORIO BREVE
V. Me gozaré y alegraré * En tu misericordia. Me gozaré.
R. Porque te has fijado en mi aflicción * En tu misericordia. Gloria al Padre. Me gozaré.
Magníficat, ant. Cantadle por el éxito de su trabajo; que sus obras la alaben en público.
Preces como en las II Vísperas.
Padre nuestro.
Oración
Oh Dios del amor y del consuelo, que concediste a santa Isabel de Hungría la gracia de reconocer y venerar en los pobres a tu Hijo Jesucristo, concédenos, por su intercesión, servir con amor infatigable a los humildes y a los atribulados. Por nuestro Señor Jesucristo.
Invitatorio
Ant. Aclamemos al Señor por las obras santas de santa Isabel.
El salmo invitatorio como en el ordinario.
Oficio de lectura
HIMNO
Amada Santa Isabel,
buena, amable, ardiente, fiel.
Tan amante y tan amada
del duque fuiste en tu hogar
que viniste a resultar
delicia de enamorada.
Mas, en tu enamoramiento,
no olvidaste a los demás
y quisiste tanto o mas
a los de más sufrimiento.
Amor de manos piadosas,
amor de entrega y constancia,
amor de humilde elegancia,
amor convertido en rosas.
Buena hermana del dolor,
cuando vino a ti llamando,
le recibiste cantando
el Te Deum de tu amor.
Hasta a la muerte, que espanta,
la amaste cual ave en celo,
gozosamente, y el cielo
se hizo canto en tu garganta.
A la Santa Trinidad,
que quiso hacerte tan suya
¡honor, gracias, aleluya,
por tu hermosa santidad! Amén.
Ant. 1. Se preocupó de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma.
Los salmos, del Común de santas mujeres.
Ant. 2. Siguió el camino del Señor y no se apartó de él; se acreditó por sus buenas obras.
Ant. 3. Confió en ella su marido; le acarreó ella ganancias y no pérdidas todos los días de su vida.
V. Santa Isabel se acreditó por sus buenas obras.
R. Las buenas obras refrendaron su vida.
PRIMERA LECTURA
Lectura del profeta Isaías                                                                                                       58, 1-12
Parte tu pan con el hambriento
Así dice el Señor: «Grita a pleno pulmón, no te contengas; alza la voz como una trompeta, denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados.
Consultan mi oráculo a diario, desean conocer mi voluntad. Como si fuera un pueblo que practica la justicia y no descuida el mandato de su Dios, me piden sentencias justas, quieren acercarse a Dios. «¿Para qué ayunar, si no haces caso; mortificarnos, si no te enteras?»
En realidad, el día de ayuno hacéis vuestros negocios y apremiáis a vuestros servidores; ayunáis para querellas y litigios, y herís con furibundos puñetazos. No ayunéis de este modo, si queréis que se oiga vuestra voz en el cielo. ¿Es ése el ayuno que deseo en el día de la penitencia: inclinar la cabeza como un junco, acostarse sobre saco y ceniza? ¿A eso llamáis ayuno, día agradable al Señor?
Este es el ayuno que yo quiero: soltar las cadenas injustas, desatar las correas del yugo, liberar a los oprimidos, quebrar todos los yugos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo, y no desentenderte de los tuyos.
Entonces surgirá tu luz como la aurora, enseguida se curarán tus heridas, ante ti marchará la justicia, detrás de ti la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor y te responderá; pedirás ayuda y te dirá: «Aquí estoy».
Cuando alejes de ti la opresión, el dedo acusador y la calumnia, cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo y sacies al alma afligida, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad como el mediodía.
RESPONSORIO                                                                                       Is 58, 7.9; Mt 25, 31.34-35
R. Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo. * Entonces clamarás al Señor, y te responderá; pedirá ayuda y te dirá: «Aquí estoy».
V. Cuando venga el Hijo del hombre, dirá a los de su derecha: «Venid: porque tuve hambre y me disteis de comer». * Entonces clamarás al Señor, y te responderá; pedirá ayuda y te dirá: «Aquí estoy».
SEGUNDA LECTURA
De una Carta del director espiritual de santa Isabel, Conrado de Marburgo, presbítero
(Carta al papa Gregorio IX, año 1232: A. Wyss, Hessisches Urkundenbuch 1, Leipzig 1879, pp. 31-35)
Isabel reconoció y amó a Cristo en la persona de los pobres
Pronto Isabel comenzó a destacar por sus virtudes, y, así como durante toda su vida había sido consuelo de los pobres, comenzó luego a ser plenamente remedio de los hambrientos. Mandó construir un hospital cerca de uno de sus castillos y acogió en él gran cantidad de enfermos e inválidos; a todos los que allí acudían en demanda de limosna les otorgaba ampliamente el beneficio de su caridad, y no sólo allí, sino también en todos los lugares sujetos a la jurisdicción de su marido, llegando a agotar de tal modo todas las rentas provenientes de los cuatro principados de éste, que se vio obligada finalmente a vender en favor de los pobres todas las joyas y vestidos lujosos.
Tenía la costumbre de visitar personalmente a todos sus enfermos, dos veces al día, por la mañana y por la tarde, curando también personalmente a los más repugnantes, a los cuales daba de comer, les hacía la cama, los cargaba sobre sí y ejercía con ellos muchos otros deberes de humanidad; y su esposo, de grata memoria, no veía con malos ojos todas estas cosas. Finalmente, al morir su esposo, aspirando a la máxima perfección, me pidió, con lágrimas abundantes que le permitiese ir a mendigar de puerta en puerta.
En el mismo día del Viernes santo, mientras estaban desnudados los altares, puestas las manos sobre el altar de una capilla de su ciudad, en la que había establecido frailes menores, estando presentes algunas personas, renunció a su propia voluntad, a todas las pompas del mundo y a todas las cosas que el Salvador, en el Evangelio, aconsejó abandonar. Después de esto, viendo que podía ser absorbida por la agitación del mundo y por la gloria mundana de aquel territorio en el que, en vida de su marido, había vivido rodeada de boato, me siguió hasta Marburgo, aun en contra de mi voluntad: allí, en la ciudad, hizo edificar un hospital, en el que dio acogida a enfermos e inválidos, sentando a su mesa a los más míseros y despreciados.
Afirmo ante Dios que raramente he visto una mujer que a una actividad tan intensa juntara una vida tan contemplativa, ya que algunos religiosos y religiosas vieron más de una vez cómo, al volver de la intimidad de la oración, su rostro resplandecía de un modo admirable y de sus ojos salían como unos rayos de sol.
Antes de su muerte, la oí en confesión, y, al preguntarle cómo había de disponer de sus bienes y de su ajuar, respondió que hacía ya mucho tiempo que pertenecía a los pobres todo lo que figuraba como suyo, y me pidió que se lo repartiera todo, a excepción de la pobre túnica que vestía y con la que quería ser sepultada. Recibió luego el cuerpo del Señor y después estuvo hablando, hasta la tarde, de las cosas buenas que había oído en la predicación: finalmente, habiendo encomendado a Dios con gran devoción a todos los que la asistían, expiró como quien se duerme plácidamente.
RESPONSORIO                                                                                                  1Jn 5, 3; Eclo 23, 27
R. En esto consiste el amor de Dios: en que guardemos sus mandamientos. * Y sus mandamientos no son pesados.
V. Nada hay más dulce que guardar los mandamientos del Señor. * Y sus mandamientos.
HIMNO Te Deum.
Oración
Oh Dios del amor y del consuelo, que concediste a santa Isabel de Hungría la gracia de reconocer y venerar en los pobres a tu Hijo Jesucristo, concédenos, por su intercesión, servir con amor infatigable a los humildes y a los atribulados. Por nuestro Señor Jesucristo.
Laudes
HIMNO
I
Santa Isabel de Hungría y de los pobres
hecha oración, limosna, cruz y canto,
con el amor en flor fuiste creciendo,
vivíste sus fragancias derramando.
Nada secó tal fuente de bondades,
ni arrancó la dulzura de tus labios,
nada te reservaste codiciosa,
tú misma te ofreciste en holocausto.
Todos cabían en tu corazón,
hondo, anchuroso mar, limpio y magnánimo,
entero para Dios, para tu esposo,
tus hijos y los más necesitados.
Madre de fortaleza y de ternura,
las de Dios prolongabas en tus manos,
don incansable en hambres y en pobreza,
paño en el llanto, en las heridas bálsamo.
Radiante te volvía tu oración,
radiante, los desprecios y quebrantos;
abrazada a la cruz de tu Señor,
luz de Pascua irradiaban tus calvarios.
Joyas y honores despreciaste, viendo
a tu Rey con oprobios coronado,
de Francisco el espíritu heredaste,
pan y albergue ofreciendo y mendigando.
A ti, Padre, corona de tu sierva,
con tu Espíritu Santo y tu Hijo amado,
nuestra oración te alaba y te suplica
que el amor guíe siempre nuestros pasos. Amén
II
De niña, cuando eras niña,
deponías tu corona
ante la cruz y su Cristo
de la diadema de mofa.
De reina, cuando eras reina,
renunciabas a tus joyas
y con tus bienes hacías
hospitales y limosnas.
De pobre, pues fuiste pobre,
eras pobre muy gozosa
y apreciabas tu pobreza
sobre las riquezas todas.
De santa, pues eres santa
y así la Iglesia te honra,
nos fuerzas a que sigamos
por tus sendas luminosas.
Niña, reina, pobre…, santa
Isabel ayer y ahora,
Llévanos tú de la mano
por la humildad a la gloria. Amén.
Ant. 1. En la tierra estuvo atenta a Dios; con él reina para siempre en el cielo.
Los salmos y el cántico, del domingo de la semana I.
Ant. 2. Bendigan a Dios todas las criaturas, porque se ha mostrado admirable en sus santos.
Ant. 3. Alabad al Señor, porque por su sierva ha manifestado su misericordia.
LECTURA BREVE                                                                                                                Is 58, 9-10
Cuando alejes de ti la opresión, el dedo acusador y la calumnia, cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo y sacies el alma afligida, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad como el mediodía.
RESPONSORIO BREVE
R. Parte tu pan con el hambriento. * Y hospeda a los pobres sin techo. Parte.
V. Venid, benditos de mi Padre porque tuve hambre y me disteis de comer. * Y hospeda. Gloria al Padre. Parte tu pan.
Benedictus, ant. Recibió la bendición del Señor y la misericordia del Dios de salvación.
PRECES
Oremos a Dios Padre, que envió a Cristo a sanar los corazones destrozados y digámosle:
Enciende en nosotros el fuego de tu amor.
Oh Señor que con tu Palabra de vida aumentas continuamente en nosotros el conocimiento de tu amor,
 haz que, a ejemplo de santa Isabel, podamos reconocerte y amarte en todas las circunstancias de la vida.
Dios del perdón y de la misericordia,
 haznos misericordiosos para ser reconocidos como hijos tuyos y discípulos de tu Hijo.
Padre de todos los hombres, que nos estimulas con el ejemplo de santa Isabel,
 concédenos que nos preocupemos siempre de los pobres y necesitados.
Tú que llamaste a Francisco de Asís e Isabel de Hungría al seguimiento de la pobreza y la humildad de tu Hijo,
 haz que cuantos seguimos sus pasos seamos pobres y humildes, y salgamos siempre al encuentro de las necesidades de los demás.
Padre nuestro.
Oración
Oh Dios del amor y del consuelo, que concediste a santa Isabel de Hungría la gracia de reconocer y venerar en los pobres a tu Hijo Jesucristo, concédenos, por su intercesión, servir con amor infatigable a los humildes y a los atribulados. Por nuestro Señor Jesucristo.
Hora intermedia
Si se celebra como fiesta, las antífonas y los salmos son de la feria de la semana. Si se celebra como solemnidad, las antífonas son propias y los salmos de la salmodia complementaria, o, si fuera domingo, del domingo de la semana I.
Tercia
Ant. Sobre mis siervos y siervas derramaré mi Espíritu.
LECTURA BREVE                                                                                                                  Dt 15, 7-8
Cuando haya entre los tuyos un pobre, entre tus hermanos, en una de tus ciudades, en la tierra que va a darte el Señor, tu Dios, no endurezcas tu corazón ni cierres tu mano a tu hermano pobre, sino que le abrirás tu mano y le prestarás a la medida de su necesidad.
V. Señor, tú escuchas los deseos de los humildes.
R. Les prestas oído y los animas.
Sexta
Ant. Mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo.
LECTURA BREVE                                                                                                                 Job 4, 3-4
Tú instruías a muchos y fortalecías los brazos endebles; tus palabras animaban al vacilante, robustecías las rodillas inseguras.
R. Reparte limosna a los pobres.
V. Su caridad es constante, sin falta.
Nona
Ant. Yo soy para mi amado y mi amado es para mí.
LECTURA BREVE                                                                                                            Is 58, 6a.7-8
Este es el ayuno que yo quiero: partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo y no desentenderte de los tuyos. Entonces surgirá tu luz como la aurora, enseguida se curarán tus heridas, ante ti marchará la justicia, detrás de ti la gloria del Señor.
R. Mi corazón se regocija por el Señor.
V. Salto de júbilo por Dios, mi Salvador.
La oración como en Laudes.
Vísperas
HIMNO
I
Prodigio de caridad,
gran corazón generoso,
Isabel, de amor hoguera,
servir y amar fue tu gozo.
No te engañaron riquezas,
lisonjas, coronas, tronos,
en Dios halló plenitud
tu renuncia y tu despojo.
Serena luz tu mirar,
llama virginal tus ojos,
en los hombres siempre vieron
hijos de Dios, reyes todos.
Al hambriento y afligido,
a mendigos y leprosos
te entregaste por entero
viendo a Jesús en su rostro.
La pobreza y cruz de Cristo
fue tu gloria y tu tesoro,
ebria de amor te abrazaste
al Señor en los oprobios.
Al Dios Creador y Padre,
que halla su dicha en nosotros,
contigo, santa Isabel,
gloria le damos gozosos. Amén.
II
Si el mundo te brindó estrellas
y el amor hondos rosales,
el mundo fue para ti
vanidad de vanidades.
Y si el oro sus destellos
y la almena su paisaje,
el mundo fue para ti
vanidad de vanidades.
Nada mancilló tus aguas,
nadie quebró tus andares,
pues fue el mundo para ti
vanidad de vanidades.
Danos, Isabel, gustar
pobreza y cruz a raudales;
danos saber que es el mundo
vanidad de vanidades.
Al Padre Santo y al Hijo
y al Espíritu alabadles,
desde un mundo que rebosa
vanidad de vanidades. Amén.
Ant. 1. Renunció al reino transitorio de este mundo, para poseer el reino de los cielos.
Los salmos y el cántico, del Común de santas mujeres.
Ant. 2. Mostró un temple heroico; porque amó la castidad.
Ant. 3. El Señor te ha dado su fuerza, por ello serás bendita eternamente.
LECTURA BREVE                                                                                                              Ap 19, 7-9a
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias. Llegó la boda del Cordero, su esposa se ha embellecido, y se le ha concedido vestirse de lino resplandeciente y puro – el lino son las buenas obras de los santos-o Y me dijo: «Escribe: Bienaventurados los invitados al banquete de bodas del Cordero».
RESPONSORIO BREVE
R. La mano del Señor La confortó. La mano del Señor.
V. Por eso será bendita para siempre. * La confortó. Gloria al Padre. La manó del Señor.
Magníficat, ant. En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis. Venid vosotros; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
PRECES
Demos gracias a Dios, nuestro Padre, que por la acción de su Espíritu, nos llena de su amor, y digámosle:
Danos, Señor, tu Espíritu de santidad.
Concédenos, Señor, el espíritu de fe y de acción de gracias,
 para que, imitando a santa Isabel, recibamos con gozo lo bueno y soportemos con paciencia lo adverso.
Haz, Señor, que participemos en tu pasión mediante los sufrimientos de la vida,
 para que, a ejemplo de santa Isabel, manifestemos en ellos los frutos de tu salvación.
Concédenos, Señor, por intercesión de santa Isabel, saciar el hambre de los hambrientos y curar las heridas de los enfermos,
 para que podamos escuchar la llamada de tu Hijo a entrar en tu reino.
Tú que enviaste a tu Hijo para anunciar la buena nueva a los pobres y dar la libertad a los cautivos,
 haz que también nosotros seamos solícitos del bien de nuestros hermanos.
Enséñanos a amar de verdad y sin discriminación a nuestros hermanos y a todos los hombres,
 para que, como Francisco de Asís, construyamos un mundo pacífico y solidario.
Tú que eres el Padre de la misericordia, da tu paz y el premio eterno a los difuntos,
 y reúnenos un día con ellos en tu reino.
Padre nuestro.
Oración
Oh Dios del amor y del consuelo, que concediste a santa Isabel de Hungría la gracia de reconocer y venerar en los pobres a tu Hijo Jesucristo, concédenos, por su intercesión, servir con amor infatigable a los humildes y a los atribulados. Por nuestro Señor Jesucristo.

Comments