El Evangelio que escuchó San Francisco


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El 24 de febrero de 1209, Francisco asistió a misa en la capilla que acababa de restaurar: la Porciúncula. Las palabras del Evangelio que correspondía a ese día, lo impresionan:

«Y convocando a sus doce discípulos, Jesús los envió con estas instrucciones: 
Predicad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios, gratis lo recibisteis, dadlo gratis.

No os procuréis oro, ni plata, ni monedas de cobre para vuestros cinturones; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; que el obrero merece su sustento.

Cuando entréis en una ciudad o aldea, informaos de quién hay de confianza en ella, y alojaos allí hasta el momento de partir. Al entrar en la casa, dirigidle el saludo de la paz. Si la casa lo merece, descienda vuestra paz sobre ella; pero si no lo merece, volverá a ustedes vuestra paz...»

del Evangelio de San Mateo.

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