San Luis Rey
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San Luis nació en Poissy, el 25 de abril de 1214. Apenas cumplidos los 12 años, es coronado rey de Francia bajo la regencia de su madre española Blanca de Castilla, quien le inculcó los ideales de una vida inmaculada. Ante todo hizo crecer en su alma el anhelo de servicio a Dios y de piedad cristiana, en un tiempo en que la nobleza era sinónimo de desenfreno. Cuando su reino alcanzó paz y la estabilidad en el año de 1234, se unió en matrimonio con Margarita, hija del conde de Provenza. Ella lo acompañaría el resto de su reinado, y le ayudaría a alcanzar la santidad.
San Luis nació en Poissy, el 25 de abril de 1214. Apenas cumplidos los 12 años, es coronado rey de Francia bajo la regencia de su madre española Blanca de Castilla, quien le inculcó los ideales de una vida inmaculada. Ante todo hizo crecer en su alma el anhelo de servicio a Dios y de piedad cristiana, en un tiempo en que la nobleza era sinónimo de desenfreno. Cuando su reino alcanzó paz y la estabilidad en el año de 1234, se unió en matrimonio con Margarita, hija del conde de Provenza. Ella lo acompañaría el resto de su reinado, y le ayudaría a alcanzar la santidad.
La conducta de Luis se guiaba por su moral cristiana, afirmando que el gobierno es un deber, no un derecho. San Luis perteneció a la Orden Franciscana Seglar, fundó muchos monasterios y construyó la famosa Santa Capilla en París, cerca de la catedral, para albergar una gran colección de reliquias del cristianismo. San Luis ganó fama de ser un rey bueno, y justo. Cuando por Europa arreciaba la lucha entre el emperador Federico II y el Papa por causa de investiduras y regalías, San Luis se volvió mediador, defendiendo las causas de la Iglesia, y dedicándose a proteger a los sacerdotes.
Además de sus frecuentes ayunos (poco común para los reyes), San Luis tenía una predilección especial para los pobres y desamparados. Por su cuenta recorre los hospitales, y reparte limosnas. Al término de su participación sintió un interés especial por los religiosos franciscanos y dominicos. Sostuvo conversaciones con San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino, visitó todos los monasterios que tenía a su alrededor, orando en ellos como un monje más de la casa. El 25 de agosto muere a causa de la peste, tras haberse empeñado en cuidar por sí mismo a los apestados y moribundos. Tenía entonces 56 años de edad y 40 de reinado. Sus restos descansan en el panteón de San Dionisio, de París.
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