Difuntos de la Familia Franciscana
Para Francisco, es la hermana muerte quien nos arranca de las luchas y de las preocupaciones de este mundo y nos introduce en una vida nueva. Precisamente, el último canto que entonó, en la tarde del 3 de octubre de 1226 (día de su tránsito) fue éste:
«Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte».
La celebración, y la oración por todos los fieles difuntos de la Familia Franciscana nos invita a vivir la muerte como una hermana más, y al mismo tiempo nos acerca a los rostros y a las vidas de tantos hermanos y hermanas, muchos de ellos conocidos por nosotros, que nos han precedido en el camino de la fe y en el seguimiento de Cristo tras los pasos de Francisco de Asís.
Cariñosa y fraternalmente los recordamos, y agradecemos al Señor, por esos hermanos y hermanas nuestros, para que después de experimentar el encuentro con la hermana muerte corporal, gocen ya de Dios.
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