Rezo de Liturgia de las Horas - Todos los Santos de la Familia Franciscana
Oficio de lectura
HIMNO
En el cortejo nupcial
de las bodas del Cordero
refulge una multitud
con la luz del Evangelio.
Señal de elegidos lucen,
Dios los marcó con su sello,
con las marcas de Jesús
y de Francisco, su siervo.
Son familia reunida
de todas razas y pueblos,
por el Señor convocados,
fieles en su seguimiento.
Árbol, como el de la cruz,
fértil con divino riego,
árbol de frutos copiosos,
de extensos brazos fraternos.
Nació en el campo de Asís
cual brote humilde y pequeño,
hoy es gloria de la Iglesia,
de paz y amor instrumento.
Gloria al Dios de los humildes,
que a Francisco, pequeñuelo,
y a sus hijos ha elevado
a los tronos de su reino. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. El Señor protege el camino de los justos.
Salmo 1
Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor
y medita su ley día y noche.
Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
En el juicio los impíos no se levantarán,
ni los pecadores en la asamblea de los justos;
porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.
Ant 1. El Señor protege el camino de los justos.
Ant. 2. Tu nombre es admirable, Señor, porque coronaste de gloria y dignidad a tus santos.
Salmo 8
Señor, Dios nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.
Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:
rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar.
Señor, Dios nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Ant. Tu nombre es admirable, Señor, porque coronaste de gloria y dignidad a tus santos.
Ant. 3. Los que practican la justicia habitarán en tu monte santo, Señor.
Salmo 14
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?
El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua,
el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,
el que no retracta lo que juró
aun en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará.
Ant 3. Los que practican la justicia habitarán en tu monte santo, Señor.
V. Alegraos, justos, y gozad con el Señor.
R. Aclamadlo, los de corazón sincero.
PRIMERA LECTURA
De la Segunda Carta del apóstol san Pablo a los Corintios4, 5-18; 5, 14-15; 6, 1. 4-10
Nos apremia el amor de Cristo
Hermanos: Nosotros no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús. Pues el Dios que dijo: «Brille la luz del seno de las tinieblas» ha brillado en nuestros corazones, para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios reflejada en el rostro de Cristo.
Pues llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Atribulados en todo, mas no aplastados; apurados, mas no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, mas no aniquilados; llevando siempre y en todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Pues, mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De este modo, la muerte actúa en nosotros, y la vida en vosotros.
Pero teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará con vosotros ante él. Pues todo esto para vuestro bien, a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor será el agradecimiento, para gloria de Dios.
Por eso, no nos acobardamos, sino que, aun cuando nuestro hombre exterior se vaya desmoronando, nuestro hombre interior se va renovando día a día. Pues la tribulación presente nos proporciona una inmensa e incalculable carga de gloria, ya que no nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve; en efecto, lo que se ve es transitorio; lo que no se ve es eterno. Porque nos apremia el amor de Cristo al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Y Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos.
Como cooperadores suyos os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios. Nosotros, por nuestra parte, nos acreditamos en todo como ministros de Dios con mucha paciencia en tribulaciones, infortunios, apuros; en golpes, cárceles, motines, fatigas, noches sin dormir y días sin comer; procedemos con limpieza, ciencia, paciencia y amabilidad; con dones del Espíritu Santo y con amor sincero; con palabras verdaderas y la fuerza de Dios; con las armas de la justicia, a derecha e izquierda; a través de honra y afrenta, de mala y buena fama; como impostores que dicen la verdad, desconocidos, siendo conocidos de sobra, moribundos que vivimos, sentenciados nunca ajusticiados; como afligidos, pero siempre alegres, como pobres, pero que enriquecen a muchos, como necesitados, pero poseyéndolo todo.
RESPONSORIO
Cf. Ef 4, 4-5; Sal 132, 1
R. Fieles a la alianza del Señor y a las tradiciones, los santos de Dios se mantuvieron en el amor fraterno. * Porque entre ellos hubo siempre un solo espíritu y una sola fe.
V. Ved qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos. *Porque entre ellos.
SEGUNDA LECTURA
De la obra Apología páuperum, de san Buenaventura, obispo
(Cap. III, 8-10: Obras de san Buenaventura, VI. BAC, Madrid 1949, pp. 387.389.391)
La humildad es el camino de la exaltación
Nuestro Salvador, diciendo en primer lugar: Bienaventurados los pobres en el espíritu, invita a la perfecta abdicación de los bienes temporales. Añadiendo en segundo lugar: Bienaventurados los mansos, induce a la renuncia a la propia voluntad y parecer, que son las que nos hacen iracundos y obstinados en la maldad. Diciendo en tercer lugar: Bienaventurados los que lloran, nos estimula a la huida de los placeres ilícitos de la carne. Añadiendo después: Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, y Bienaventurados los misericordiosos, mueve a soportar justa, piadosa y condescendientemente al prójimo. Añadiendo después de esto: Bienaventurados los limpios de corazón, y Bienaventurados los que trabajan por la paz, nos empuja a la sobreelevación límpida del entendimiento, tranquila y límpida del afecto, con las cuales el alma de todo varón perfecto se convierte en ciudadano de Jerusalén, que significa visión de paz. Y concluyendo finalmente: Bienaventuradoslos perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos, vuelve, como cerrando el círculo, al principio, porque en esto se completa la suma de todas las bienaventuranzas.
Como testimonio de esto, el bienaventurado patriarca de los pobres, Francisco, en el principio de su Regla propone las tres primeras bienaventuranzas como fundamento y objeto de voto, diciendo: «La Regla y vida de los Hermanos Menores es ésta: observar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, viviendo en obediencia, sin nada propio y en castidad.» Y después recomienda las otras tres, cual complemento y objeto de deseo, diciendo: «Aplíquense en aquello que por encima de todo deben anhelar: tener el Espíritu del Señor y su santa operación, orar siempre al Señor con un corazón puro, y tener humildad y paciencia en la persecución y en la enfermedad, y amar a los que nos persiguen, reprenden y acusan.» Pone en primer lugar la sobreelevación a Dios; en el último lugar la condescendencia con el prójimo, y en medio el soportar las adversidades.
El varón perfecto queda, pues, por las tres primeras crucificado para el mundo; por las tres siguientes se configura con Dios, para que como con las seis alas del serafín, se eleve de las cosas mundanas y sea llevado a las divinas. Con razón, pues, con la aparición del serafín y como sello de aprobación, imprimió Cristo sus estigmas en este Pobrecillo —que enseñó y observó la perfección del Evangelio—, para que, en las peligrosas tinieblas de los últimos tiempos, nos ofreciera en el camino de la perfección una señal manifiesta que nos conduzca a Cristo, ejemplar y fin de toda vida perfecta, y para enseñarnos a alcanzar la perfección, con tal de que aprendamos a no tenernos por sabios y a contentarnos con lo humilde.
RESPONSORIO
Cf. Mt 19, 27-29; Lc 6, 20
R. Vosotros, los que lo habéis dejado todo y me habéis seguido, * Recibiréis cien veces más y heredaréis la vida eterna.
V. Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. *Recibiréis.
HIMNO Te Deum.
Oración
Dios, rico en misericordia, que has enriquecido a tu Iglesia con la santidad de innumerables hijos e hijas de la Familia Franciscana, concédenos a los que celebramos en una misma fiesta los méritos de todos ellos, seguir sus huellas en la tierra y obtener la salvación en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.
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Laudes
HIMNO
Florecillas franciscanas
del jardín del paraíso,
abiertas al día eterno
en alabanza de Cristo.
Flores múltiples, sembradas
por la mano de Francisco
junto a la Virgen María
en alabanza de Cristo.
Espinas de penitencia,
rosas rojas de martirio
segadas a fiero golpe,
en alabanza de Cristo.
Azucenas virginales,
inmenso vergel de lirios
con su belleza impoluta
en alabanza de Cristo.
Y profetas de su reino,
eficaces y sencillos,
dando la voz y la vida
en alabanza de Cristo.
Florecillas en que esplende
el Espíritu divino
para el agrado del Padre
y en alabanza de Cristo. Amén.
Ant. 1. Éstos son los santos que el Señor eligió para otorgarles la gloria eterna.
Los salmos y el cántico, del domingo de la semana I.
Ant. 2. Santos y humildes de corazón, bendecid al Señor; almas y espíritus justos, cantad un himno a Dios.
Ant. 3. Esta gloria poseen todos los santos que siguieron las huellas de Cristo.
LECTURA BREVE
Rm 8, 28-30
Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien; a los cuales ha llamado conforme a su designio. Porque a los que había conocido de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito entre muchos hermanos. Y, a los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.
RESPONSORIO BREVE
R. Los justos se alegran en la presencia de Dios, * Rebosando de alegría. Los justos.
V. Reciben de Dios su recompensa. * Rebosando. Gloria. Los justos.
Benedictus, ant. ¡Qué glorioso es el reino donde todos los santos gozan con Cristo! Vestidos con vestiduras blancas, siguen al Cordero adondequiera que vaya.
PRECESInvoquemos con alegría a Dios, corona de todos los santos y digámosle:
Sálvanos, Señor, por la intercesión de todos los santos
Dios, fuente de santidad, que has hecho brillar en tus manos las maravillas de tu gracia multiforme,
— concédenos celebrar tu grandeza en ellos.
Dios providentísimo y eterno, que nos has hecho ver en tus santos la imagen más acabada de tu Hijo,
— haz que por ellos nos sintamos más eficazmente movidos a la unión con Cristo.
Rey de los cielos, tú, que, por medio de los fieles seguidores de Cristo, nos estimulas a desear la ciudad futura,
— haz que aprendamos de ellos el mejor camino para llegar a ella.
Oh Dios, tú, que en el sacrificio de tu Hijo nos unes más íntimamente a los moradores del cielo,
— aumenta nuestra devoción.
Dios altísimo y bondadoso, que elegiste a Francisco para ser heraldo de tu Evangelio,
— haz que, cuantos seguimos sus huellas, seamos testigos de tu reino en el mundo.
Padre nuestro.
Oración
Dios, rico en misericordia, que has enriquecido a tu Iglesia con la santidad de innumerables hijos e hijas de la Familia Franciscana, concédenos a los que celebramos en una misma fiesta los méritos de todos ellos, seguir sus huellas en la tierra y obtener la salvación en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.
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Hora intermedia
Las antífonas y los salmos, de la feria correspondiente.
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Tercia
LECTURA BREVE
Sb 5, 16.18-19
Recibirán de manos del Señor la magnífica corona real y la hermosa diadema, pues, con su diestra los protegerá y con brazo los escudará. Vestirá la coraza de la justicia, se pondrá como yelmo un juicio sincero; y tomará por escudo su santidad invencible.
V. Éste es el grupo que busca al Señor.
R. Que busca tu rostro, Dios de Jacob.
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Sexta
LECTURA BREVE
Eclo 44, 10-14Hubo también hombres de bien cuyos méritos no han quedado en el olvido. En sus descendientes se conserva una rica herencia, su posteridad. Sus descendientes han sido fieles a la alianza, y, gracias a ellos, también sus hijos. Su descendencia permanece por siempre, y su gloria no se borrará. Sus cuerpos fueron sepultados en paz y su nombre vive por generaciones.
V. Que todos los pueblos proclamen la sabiduría de los santos.
R. Y que la asamblea pregone su alabanza.
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Nona
LECTURA BREVE
Tob 3, 11bBendito seas, Dios misericordioso, y bendito sea tu nombre por siempre, que tus obras ten bendigan por los siglos.
V. Nuestros hermanos han recibido la corona de la vida.
R. Que Dios ha prometido a los que le aman.
La oración como en Laudes.
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Vísperas
HIMNO
Vosotros, hermanos nuestros,
vivos en la vida eterna,
decidnos cómo se ganan
riquezas con la pobreza.
Decidnos cómo ser libres
en la renuncia y la entrega,
y cómo cambiar en gozo
las lágrimas de la pena.
Decidnos cómo ser puros
para lograr la belleza,
y cómo sembrar en muerte
para que luego florezca.
Y cómo llevar la paz
sin colores ni fronteras,
sembradores de alegría
y de amor, a manos llenas.
Y cómo tener el alma
con Cristo en Dios toda entera,
y el corazón regalado
a los hombres sin reserva.
Decidle, hermanos, al Padre
que nos convoque a su diestra
con el Hijo y el Espíritu,
filial familia fraterna. Amén.
Ant. 1. Vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todos los pueblos, de pie delante del trono.
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?
El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua,
el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,
el que no retracta lo que juró
aun en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará.
Ant. 1. Vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todos los pueblos, de pie delante del trono.
Ant. 2. Llevaban escrito en la frente el nombre del Cordero y el nombre de su Padre.
Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.
En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.
No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.
El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.
Ant. 2. Llevaban escrito en la frente el nombre del Cordero y el nombre de su Padre.
Ant. 3. Todos los santos gozan con Cristo y, vestidos con vestiduras blancas, siguen al Cordero adondequiera que vaya.
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Ant. 3. Todos los santos gozan con Cristo y, vestidos con vestiduras blancas, siguen al Cordero adondequiera que vaya.
LECTURA BREVE
Hagamos el elogio de los hombres de bien, de la serie de nuestros antepasados. Hombres ricos y poderosos que vivieron en paz en sus moradas. Recibieron honor durante su vida y fueron la gloria de su tiempo.
RESPONSORIO BREVE
R. Ésta es fraternidad de buena ley; Por amor de Cristo vencieron las tinieblas del mundo.
V. Ésta es fraternidad de buena ley; Por amor de Cristo vencieron las tinieblas del mundo.
R. Poseen el reino glorioso del cielo.
V. Por amor de Cristo vencieron las tinieblas del mundo.
R. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V. Ésta es fraternidad de buena ley; Por amor de Cristo vencieron las tinieblas del mundo.
MAGNIFICAT
ant. Jamás se escuchó, ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por quien espera en él.
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí. Su nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón. Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos despide vacíos.
Auxilia a Israel su siervo, acordándose de su santa alianza según lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en principio ahora y siempre por los siglos de los siglos.
ant. Jamás se escuchó, ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por quien espera en él.
PRECES
Invoquemos con alegría a Dios, corona de todos los santos, y digámosle:
¡Sálvanos, Señor, por la intercesión de los santos!
Tú, que has dado a los mártires la fortaleza del testimonio hasta derramar su sangre,
— haz de los cristianos testigos fieles de tu Hijo.
Tú, que has dado a las santas vírgenes el don insigne de imitar a Cristo virgen,
— haz que todos reconozcan la virginidad a ti consagrada como una señal particular de los bienes celestiales.
Tú, que manifiestas en todos tus santos tu presencia, tu rostro y tu palabra,
— otorga a tus fieles sentirse más cerca de ti por tu imitación.
Tú que otorgaste a san Francisco la gracia de asemejarse a ti por la humildad y la pobreza,
— concédenos imitarle en la tierra para que, juntamente con todos los santos, gocemos con él en el cielo.
Tú que has coronado a nuestros santos en tu gloria,
— concede a nuestros hermanos difuntos tenernos por intercesores y participar del gozo de tu reino.
PADRE NUESTRO
ORACIÓN
Dios, todopoderoso y eterno, que has enriquecido a tu Iglesia con la santidad de innumerables franciscanos, concédenos a los que celebramosen una misama fiesta, los méritos de todos ellos, seguir sus huellas en la tierra, y obtener el premio de la salvación en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y Dios por los siglos de los siglos. Amén
El Señor nos bendiga en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Que los fieles difuntos, por la misericordia de Dios descansen en paz.
Así sea.
Bendigamos al Señor.
Demos Gracias a Dios.
Todos los Santos Franciscanos
Rueguen por nosotros.
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