Santos Francisco e Isabel por Giovanni Antonio Sogliani
Doble Retrato de San Francisco de Asís y Santa Isabel de Hungría, Giovanni Antonio Sogliani, ca. 1520–1525
Este doble retrato devocional, atribuido a Giovanni Antonio Sogliani y fechado alrededor de 1520–1525, se conserva actualmente en el Museo de San Marco en Florencia. Sogliani (1492–1544) fue un pintor italiano del Renacimiento, estrechamente vinculado al ambiente artístico florentino. Su formación inicial estuvo relacionada con el taller de Fra Bartolomeo, y a lo largo de su carrera realizó numerosos encargos para instituciones religiosas de la Toscana y otras regiones. Su estilo se caracteriza por la serenidad, las expresiones suaves y un marcado sentido devocional, cualidades claramente presentes en esta obra.
La pintura representa a San Francisco de Asís a la izquierda, de pie con serena dignidad. Sostiene las Sagradas Escrituras con una mano, apoyándolas sobre su rodilla, mientras que con la otra levanta un alto crucifijo. Uno de sus dedos señala la apertura en su áspero hábito, revelando el estigma en su mano, signo de su unión mística con Cristo.
A la derecha aparece Santa Isabel de Hungría, representada con vestimenta humilde en lugar de atuendo real. Lleva un manto sencillo de tela similar al del hábito de San Francisco, subrayando su opción de pobreza y servicio. Isabel sostiene un pequeño ramillete de flores de colores en el pliegue de su manto, evocando la tradición en la que el pan que llevaba para los pobres se transformó milagrosamente en rosas. Su corona dorada descansa en la parte inferior de su nicho, tan cerca del borde que parece estar a punto de caer, símbolo de su renuncia a los privilegios terrenales.
La trayectoria de Sogliani incluye obras destacadas como el Martirio de San Acacio (1521), la Comida Milagrosa de Santo Domingo (1536) en el convento de San Marco, y Santa Brígida de Suecia Confirmando su Regla (1522), también en el Museo de San Marco. Más tarde participó en importantes encargos en Pisa, completando obras originalmente destinadas a Andrea del Sarto y Perino del Vaga. Su célebre Alegoría de la Inmaculada Concepción sigue siendo una de sus creaciones más reconocidas. Este doble retrato es una muestra sensible de su capacidad para transmitir santidad mediante gestos suaves, composición equilibrada y la belleza expresiva de la sencillez.
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