San Juan Capistrano

 

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San Juan de Capistrano

Segunda mitad del siglo XVII. Óleo sobre lienzo, 222 x 140 cm

La obra representa a San Juan de Capistrano y en su caracterización ha seguido el pintor con fidelidad la iconografía tradicional de este santo: con una brillante estrella sobre su cabeza, va vestido con el hábito franciscano, en el que ostenta una cruz roja, y lleva en la mano un estandarte con los clavos de la crucifixión y el monograma de Cristo IHS, creado por San Bernardino de Siena, de quien fue discípulo al entrar en la Orden de San Francisco; a sus pies aparece un otomano, en recuerdo de sus enardecidas predicaciones contra los turcos, a cuya derrota en la batalla de Belgrado, en 1456, contribuyeron éstas decisivamente.

Como con frecuencia sucede en obras de este artista, junto a elementos convencionales y de repertorio, como pueden ser, en este caso, las figuras de los turcos vencidos y de los diablos que huyen, símbolos de la herejía, se destacan detalles típicos del modo de hacer de Alonso del Arco, tales como el rostro del santo o las cabezas de querubines del ángulo superior izquierdo, poniendo una vez más el acento en la representación de pequeños detalles de bodegón, como el medallón que pende del cuello del santo, claro reflejo, salvando las distancias, de su aprendizaje con Pereda.

Se trata de una obra que, por su composición, puede considerarse paralela a la Santa Rosa de Viterbo (P5357). El hecho de que ambos lienzos coincidan en sus medidas y también el de que se trate de dos santos franciscanos nos lleva a sospechar que bien pudiera tratarse de dos pinturas realizadas para atender un mismo encargo y procedan de alguno de los conventos franciscanos de Madrid desaparecidos con la desamortización eclesiástica de 1836. Por otro lado, el estar firmado el lienzo de Santa Rosa de Viterbo viene a confirmar la atribución a Alonso del Arco para el de San Juan de Capistrano (Texto extractado Galindo, N.: "Presencia de Alonso del Arco en los fondos del Museo del Prado", Boletín del Museo del Prado, tomo IV, n. 11, 1983, pp. 112-113).

Sordomudo de nacimiento, se desconocen datos de su vocación y formación artísticas antes de convertirse en discípulo y principal colaborador de Antonio de Pereda. Apodado "El Sordillo de Pereda", participó en los preparativos de 1679-1680 para las fiestas de la entrada de la reina María Luisa de Orleans, primera esposa de Carlos II, junto a los artistas Claudio Coello, José Jiménez Donoso, Francisco Ignacio Ruiz de la Iglesia y Matías de Torres, entre otros. De esta etapa, destacan los retablos de 1675-1685 de San Juan Bautista (iglesia de San Juan del Mercado, Guadalajara) y de San Felipe Neri (iglesia de las trinitarias, Madrid); Niño Jesús dormido sobre la Cruz (1681, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid); Aparición de la Virgen de la Merced a San Pedro Nolasco (1682, Prado); numerosas versiones de la Inmaculada Concepción (Prado, iglesia parroquial de Villanubla de Valladolid y convento de las agustinas de Valladolid); La Magdalena despojándose de sus joyas (Museo de Bellas Artes de Asturias, Oviedo); y Anunciación (Museo Lázaro Galdiano, Madrid), entre otras. Pintó también escenas de paisajes y retratos, como el de Mariana de Austria (1696, Museo de Santa Cruz, Toledo) y el del cardenal Juan Everardo Nithard (1674, Consejo de Estado, Madrid). En la década de 1690 contó con un activo taller, lo que explica el gran número de obras conservadas, aunque no todas ellas posean la misma calidad de ejecución y estilo. Considerado como uno de los artistas más prolíficos de la escuela madrileña del siglo XVII, trabajó también la técnica del fresco en la decoración del camarín de la ermita de la Virgen de la Oliva (Almonacid, Toledo) con escenas de la vida de la Virgen (in situ) en 1689.|

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