San Carlos Borromeo por Orazio Borgianni

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Orazio Borgianni o Borgiani (Roma, hacia 1575–1616) fue un pintor italiano en la transición del manierismo en el que se formó al naturalismo barroco.

Son escasas las noticias relativas a su formación, que debió de tener lugar en Roma, donde habría nacido hacia 1575. En 1593 consta su presencia en Sicilia donde firmó la que es su primera obra conocida: San Gregorio en su estudio de Catania. Viajó luego a España donde se encontraba ya en 1598. En junio de 1603, con Patricio Cajés, Antonio Ricci y otros pintores madrileños solicitó al rey licencia para redactar las ordenanzas de la academia de pintura que se proponían crear en Madrid para «aumento de dicho arte y porque hay muchos daños que remediar».​ El mismo año debió de retornar a Italia donde parece haber entrado en contacto con la pintura caravaggista. Volvió a residir en España entre 1605 y 1607, cuando retornó definitivamente a Roma sin perder el contacto con la clientela española, como demuestra el importante envío de doce lienzos de altar para el Monasterio de Porta Coeli de Valladolid, conservados en su lugar, al que llegaron en torno a 1611 encargados por Rodrigo Calderón a través del embajador español en Roma.​ Este último, Francisco de Castro, duque de Taurisano, embajador en Roma de 1609 a 1616, estaba también en posesión de algunas pinturas de Borgianni, lo mismo que su secretario, Juan de Lezcano, a quien Borgianni dedicó una estampa calcográfica con la figura de San Cristóbal.

Su estilo juvenil se despega del último manierismo, optando por una paleta tostada, de colores terrosos que se ciñen a la realidad mejor que los caprichosos y fantasiosos colores ácidos del estilo anterior. Su producción coincide de lleno con el meteórico ascenso y prematura muerte de Caravaggio, quien en un periodo de apenas 15 años (1595-1610) conmocionó la pintura europea con su naturalismo tenebrista.

Dados los contactos con la clientela española y los años pasados en España se conserva aquí un número significativo de sus obras, comenzando con un supuesto autorretrato juvenil atribuido en el Museo del Prado, la única de sus obras procedente de la colección real. Además, el citado museo conserva dos obras de adquisición reciente: San Francisco de Asís recibiendo los estigmas (adquirido en 1984) y San Cristóbal y el Niño (donación de José Luis Várez Fisa en 1988), y tiene depositado en el Museo de Cádiz un Cristo crucificado firmado «OPUS HORATII BORGIANI».

Otra versión de San Cristóbal con el Niño más cercana a la estampa de Lezcano, de cuya colección podría proceder, conserva la iglesia parroquial de Gelves (Sevilla).3 También firmado, el Museo de Jaén conserva una juvenil Huida a Egipto y el de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando un muy caravaggista David y Goliat que fue del embajador en Roma del duque de Módena,​ según la detallada descripción de Baglioni, primer biógrafo del pintor, además de los citados óleos del monasterio de Porta Coeli, que influyeron significativamente en pintores españoles como Juan Pantoja de la Cruz y Luis Tristán.

Influencias. Borgianni no siguió servilmente a Caravaggio, pero sus composiciones de colores cálidos y tipos humanos no idealizados lo encuadran más en el caravaggismo que en el clasicismo de los Carracci.

Aunque se considera a Borgianni como un pintor en la estela de Caravaggio, sujeto más al estudio del natural que a las fórmulas ideales del clasicismo, en sus últimos años pareció dirigir su interés hacia Rafael Sanzio. En 1615-16, grabó 52 planchas copiando los murales de Rafael en las Loggias vaticanas.

El retablo de Borgianni para San Carlo alle Quattro Fontane, la iglesia de las Trinitarias Descalzas, probablemente ya estaba instalado cuando el edificio fue consagrado el 2 de junio de 1612. En ese momento, los dos fundadores de la orden, Félix de Valois y Jean de Matha, aún no habían sido canonizado. Sólo pudieron ser venerados en público a partir de 1666, una vez finalizado el proceso. Esto no significa, sin embargo, que antes no pudiera desarrollarse un culto en torno a ellos. La orden, establecida con el propósito expreso de comprar la libertad de los esclavos cristianos, fue consagrada a la Santísima Trinidad. Uno de los "nuevos" santos más importantes de la época fue Carlo Borromeo, que había sido canonizado en 1610. Borromeo procedía de Milán, que entonces estaba bajo dominio español. Los trinitarios también tenían estrechos vínculos con España, y entre 1598 y 1606 el propio Borgianni pasó un tiempo en Pamplona, ​​Madrid, Valladolid y Toledo. Por lo tanto, no es de extrañar que el encargo de la iglesia recién terminada recayera en él, y que la iglesia en sí no sólo estuviera dedicada a la Santísima Trinidad, sino también a este nuevo santo.

En el retablo se ve a Carlo Borromeo de cuerpo entero, con la mano izquierda a la altura del pecho y la otra abierta, apuntando hacia abajo. La Santísima Trinidad está representada en la parte superior izquierda. Esta combinación puede parecer sorprendente. Aunque Carlo Borromeo era particularmente devoto de la Pasión, en el cuadro de Borgianni se le presenta como un verdadero devoto de la Trinidad, lo que en este contexto es comprensible. El santo demuestra claramente que su devoción es afectiva y que proviene directamente de un corazón piadoso. Es un ejemplo a imitar para todos los hermanos trinitarios que viven en el monasterio.

Además, el retablo señaló las inclinaciones políticas de la orden hacia la facción hispano-lombarda. Sorprendentemente, los trinitarios hicieron exactamente lo mismo que los barnabitas que en su San Carlo ai Catinari utilizaron la imagen de Carlo Borromeo para mostrar sus afiliaciones espirituales.

En 1614 el corazón del santo fue llevado triunfalmente a la iglesia de Santi Carlo e Ambrogio al Corso. Esto intensificó el culto en torno al gran cardenal milanés, que ahora se centraba en su caridad secular de inspiración mística. El gesto del santo en el retablo de Borgianni es una referencia consciente a este culto nuevo y modernizado. Los objetivos propagandísticos de la orden y el deseo de una confesión pública de su particular tipo de espiritualidad determinan así el aspecto de la pintura de Borgianni.

La pintura de St Carlo Borromeo del artista Orazio Borgianni es una obra de arte impresionante que ha cautivado a los amantes del arte durante siglos. La obra de arte, que mide 217 x 151 cm, presenta al santo en una pose majestuosa y solemne, lo que refleja la importancia que tenía la figura religiosa en la época.

Una de las características más notables de la pintura es su estilo artístico, que se caracteriza por la técnica del claroscuro, una técnica que utiliza la luz y la sombra para crear profundidad y realismo en la obra. Además, la pintura presenta un alto grado de realismo, lo que sugiere que el artista tenía un gran dominio de su oficio.

La composición de la pintura también es impresionante, ya que el santo se encuentra en el centro de la obra, rodeado por una serie de figuras religiosas secundarias. La composición es simétrica y equilibrada, lo que da a la pintura un aspecto armonioso y bien estructurado.

En cuanto al color, la pintura utiliza una paleta de colores ricos y vibrantes, lo que le da a la obra una sensación de vitalidad y energía. Los tonos cálidos y terrosos se utilizan para representar la figura del santo, mientras que los tonos más fríos se utilizan para representar las figuras secundarias.

La historia de la pintura es igualmente interesante. La obra fue encargada por la Iglesia Católica en el siglo XVII y se utilizó para promover la figura de St Carlo Borromeo, quien era considerado un santo importante en la época. La pintura fue exhibida en varias iglesias y catedrales en Italia, donde se convirtió en un objeto de devoción popular.

En resumen, la pintura de St Carlo Borromeo de Orazio Borgianni es una obra de arte impresionante que combina una técnica magistral, una composición equilibrada y una paleta de colores vibrante para crear una obra de arte que sigue siendo relevante y atractiva hoy en día.

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