San Francisco por Zurbaran 1630


Francisco de Zurbarán (bautizado el 7 de noviembre de 1598 - 27 de agosto de 1664) fue un pintor español. Conocido principalmente por sus pinturas religiosas, se ganó el apodo de "Caravaggio español", debido al uso contundente y realista del claroscuro en el que sobresalió.

San Francisco es una pintura de Francisco de Asís de 1659 de Francisco de Zurbarán. Fue la única obra del artista conocida en Francia antes del siglo XIX. Parece haber sido destinado a un monasterio en Madrid, antes de que María Teresa de España se lo diera al monasterio franciscano de 'Colinettes' en Lyon

Las órdenes religiosas necesitan nuevos ídolos de masas que ilusionen a los fieles, nuevos ejemplos a seguir para los católicos, y los encuentran en las vidas de santos: la humildad de Francisco de Asís, el valor de Serapio, la erudición de Tomás de Aquino... Sus milagros y martirios pasan a ilustrar las paredes de las iglesias, hasta ahora reservadas a episodios bíblicos

El «poverello de Asís», uno de los santos favoritos de la Reforma católica postridentina, fue el santo que Zurbarán pintó más veces a lo largo de su carrera. Son numerosas las representaciones de san Francisco con distintas iconografías: arrodillado en oración, en el milagro de la Porciúncula, durante la estigmatización o muerto según la visión del papa Nicolás V. Del santo en meditación existen muchas versiones, sobre todo si se consideran también las que presentan intervención del taller. Desde el punto de vista cromático, los pardos y los tonos tostados del santo destacan fuertemente iluminados contra un fondo sombrío con un paisaje crepuscular al fondo.

Dispuesta de forma frontal, de pie, sosteniendo una calavera con las manos cruzadas y la cabeza inclinada hacia ella, esta pequena figura meditabunda es, a pesar de su pequeno tamano, una de las más impresionantes de entre las pintadas por Zurbarán sobre este tema. El San Francisco del Milwaukee Art Museum, de gran tamano, es una repetición autógrafa y ampliada del cuadrito del Museo de San Luis. En ambos lienzos los pliegues del sayal, realizados en la misma gama de colores pardos, caen verticales, escuetos. Los pies descalzos asoman por debajo del hábito y el izquierdo avanza en dirección al espectador. El rostro barbado apenas se adivina ensombrecido por el gesto cabizbajo del santo y el puntiagudo capirote. El peculiar formato del lienzo es similar al de las pinturas del único retablo pequeno del siglo XVII que todavía se conserva in situ en la iglesia de San Alberto.

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