Francisco y las Palomas


Un muchacho que había apresado muchas palomas, las llevó a vender. Francisco se lo encontró, y como sentía especial ternura por los animales que eran mansos, vio a las tórtolas con ojos compasivos, y le dijo al muchacho:

"¡Oye, buen muchacho; dame, por favor, esas aves inocentes, que en la Sagrada Escritura representan a las almas castas, humildes y fieles, para que no vengan a parar en manos crueles que les den muerte!"

El muchacho, impulsado por Dios se las dio todas. Francisco, comenzó a hablarles dulcemente:

"¡Hermanas palomas, sencillas, inocentes y castas! ¿Por qué se dejaron atrapar? Yo quiero ahora librarlas de la muerte, y les voy a hacer nidos para que se multipliquen, conforme al mandato del Creador".

Y Francisco les hizo nido a todas. Ellas se domesticaron, y comenzaron a poner huevos y a empollar a la vista de los hermanos. Y vivían y alternaban familiarmente con Francisco y los demás hermanos como si fueran gallinas alimentadas siempre por ellos. Y no se marcharon hasta que Francisco les dio permiso de hacerlo, con su bendición.

Al muchacho le dijo: "Hijito, tú llegarás a ser hermano menor en esta Orden y servirás en gracia a Jesucristo".

Y así sucedió: aquel joven se hizo religioso y vivió en la Orden con mucha santidad.

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