Llevando la vida monástica a las calles de la europa medieval



Francisco fue una persona universal cuyo amor se extendía a través de los límites impuestos por la clase, religión y raza. Su respeto y su reverencia por todo lo creado lo llevó a llamar a los animales, plantas y toda la creación "hermano" y "hermana". Los animales respondieron a su respeto y amor con una docilidad asombrosa. Mientras Francisco cruzaba la Europa medieval, la gente vislumbraba cómo debía haber sido el Edén.

San Francisco ayudó a reformar la Iglesia Católica Romana en el siglo XIII a través de su ejemplo de pobreza personal. Simplemente vivió el Evangelio mientras llevaba la vida monástica a las calles. Viviendo entre los pobres, su ejemplo fue tan convincente que pronto tuvo miles de seguidores.

El gran objetivo de Francisco era seguir a Jesús lo más cerca posible. Cerca del final de su vida, pasó cuarenta días en oración solitaria en el monte. Alverna Durante este tiempo le pidió a Jesús que pudiera experimentar, tanto como pudiera, el amor, el dolor y la pena que Jesús había experimentado en su pasión. En respuesta a su oración, recibió los estigmas: heridas en las manos, los pies y los costados. Las heridas permanecieron, nunca curando, por el resto de su vida.

Antes de que llegara su hermana muerte, Francisco pidió a sus hermanos que lo despojaran de su túnica marrón para que, en la pobreza total, pudiera recibirla desnudo en el suelo. Había vivido como el trovador de Dios, siendo para el mundo una llama brillante por la cual otros podían leer el Evangelio con una nueva visión.

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