Chastity - Castidad


Aparte de la mención del voto en el primer capítulo de la Regla de la Primera Orden, San Francisco no habla de la castidad en sus otros escritos. Más bien se centra en la necesidad de que los hermanos y hermanas busquen el reino de Dios y tengan una mente y un corazón puros.

Dios busca hermanos que, con el corazón y con el espíritu puros, estén dispuestos a servir.

En la Regla de 1221 San Francisco escribe:
“Ruego a todos los hermanos, tanto a los ministros como a los otros, que, removido todo impedimento y pospuesta toda preocupación y solicitud, cómo mejor puedan, sirvan, amen, honren y adoren al Señor Dios, y háganlo con limpio corazón y mente pura” (Rnb XXII, 26).

San Francisco repite este desafío en la Carta a los Fieles, Segunda redacción, un documento dirigido a los terciarios y muy probablemente escrito en el tiempo en el cual el Santo estaba escribiendo la Regla no bulada para los frailes. Y afirma:
“Amemos, pues, a Dios y adorémoslo con puro corazón y mente pura, porque esto es lo que sobre todo desea cuando dice: los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad” (2CtaF 19).

Siguiendo el modelo del Santo, la Regla de la OFS no trata en un modo específico el tema de la castidad. Sin embargo, repite su exhortación a los frailes y a los penitentes: amar y adorar a Dios y dejar que este amor llegue a los otros. El artículo 12 afirma:

“Testigos de los bienes futuros y comprometidos a adquirir, según la vocación que han abrazado, la pureza de corazón, se harán libres, de este modo, para el amor de Dios y de los hermanos”.
Como indica el artículo 17, el primer lugar en este amor debería tener sus raíces en la familia. Y exhorta:

“Vivan en la propia familia el espíritu franciscano de paz, fidelidad y respeto a la vida, esforzándose en convertirlo en el signo de un mundo ya renovado en Cristo. Los casados particularmente, viviendo la gracia del matrimonio, den testimonio en el mundo del amor de Cristo a su Iglesia. Con una educación cristiana, sencilla y abierta, atentos a la vocación de cada uno, recorran gozosamente con sus hijos su itinerario espiritual y humano”.

Las Constituciones generales son todavía más específicas – y piden a los franciscanos seglares que “amen y vivan la pureza de corazón, fuente de la verdadera fraternidad”:

“Los franciscanos seglares consideren a su familia como el ámbito prioritario en el que viven su compromiso cristiano y la vocación franciscana; en ella concédanle tiempo a la oración, a la Palabra de Dios y a la catequesis cristiana, y defiendan el respeto a la vida desde su concepción y en toda circunstancia, hasta la muerte. Los casados encuentren en la Regla de la OFS una valiosa ayuda para recorrer el camino de la vida cristiana, conscientes de que, en el sacramento del Matrimonio, su amor participa del amor que Cristo tiene a su Iglesia. El amor de los esposos y la afirmación del valor de la fidelidad son un profundo testimonio para la propia familia, la Iglesia y el mundo”.

Tanto la Regla como las Constituciones desafían a los franciscanos seglares a amar – amar a Dios, amar a sus esposas si son casados, amar a los hermanos y a las hermanas de su fraternidad, amar a la Iglesia y a sus ministros, amar a todos y amar a la creación. Se trata del desafío de amar como Dios ama, con una mente y con un corazón puro.

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