Novena a Santa Clara dia 5

Oración Inicial

Gloriosa Santa Clara, el señor te eligió para ser santa e irreprochable ante El por el amor. El te dijo: contempla al Señor y quedarás radiante. Tu vida entera fue esplendor y claridad, como tu nombre indica. Encendida en el fuego del amor divino, le bendijiste en la contemplación de las obras de sus manos con cantos de júbilo. Alcanzadnos que, siguiendo a Jesús, como camino, verdad y vida, podamos llegar a gozar de la compañía de los santos en el cielo. Te lo suplicamos por Jesucristo, nuestro Señor Amén.

Aclamaciones

-Loado seas, mi Señor, por nuestra Hermana Clara, que se abrazó por tu amor a la pobreza santa (Padrenuestro)

-Loados seas, mi Señor, por su vida penitente y liberada. A ti, el honor, la gloria y la alabanza. (Padrenuestro)

-Loados seas, mi Señor, por su vida alegre y entregada y porque suscitaste por doquier miles a su semejanza (Padrenuestro)

Reflexión

A San Francisco se le ha definido como “el hombre hecho oración”. ¿Qué decir de Santa Clara? Algunos creen que orar consiste en pedir. Otros lo confunden con la meditación. Orar es, ante todo, una actividad del corazón. Orar es amar. Es el acto más noble y elevado de la criatura humana. Es pensar en Dios con amor. Santa Clara tenía el corazón fijo en su Dios. A El Como a su centro enderezaba sus afectos. Su sueño es vela y canto el despertar antes de la aurora. Hacía suya y vivía la oración del Seráfico Padre: “Tu eres el Bien, sumo Bien, todo Bien, Señor, Dios mío, vivo y verdadero”. Durante horas Clara se abandonaba a la oración. Era un cara a cara con el Único Amor. Orar para ella era vivir en la presencia amorosa de su Dios. Nada más y nada menos. Lo demás era consecuencia. Ante la eucaristía pasa horas en ferviente adoración. Acude a María porque Ella es camino hacia Dios, nos ha dado a Cristo y es modelo de virtudes. Tomás de Celano nos lo comunica: “Su alma se entregaba sin cesar a la oración. Levantada la primera, iba a despertar a las Hermanas más jóvenes, sin romper el silencio, animándolas con la mirada a comenzar el día con fervor. Después, durante el día, rezaba sin cesar cualquier que fuera su ocupación.

Oración Final

Oh Virgen Clara, fragante azucena del jardín franciscano. Tu vida fue un estar pendiente de las palabras que caían de la boca de tu Dios. El te dio un amor extraordinario a la oración y a los misterios de su Cuerpo y de su Sangre. Que, siguiendo tus pasos, alcancemos la cima de nuestra vocación. Que busquemos en la tierra la verdadera sabiduría y amemos los bienes celestiales. Obtennos de tu Dios una fe viva en la presencia de Jesús en la Eucaristía y que hagamos de este sacramento la cima de nuestra celebración cristiana. Te lo suplicamos por Jesucristo, nuestro Señor Amen.

Novena a Santa Clara de Asís
Por Fr. Ángel García de Pesquera, ofm cap

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