Novena a San Luis Rey dia 4

INICIO

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Criador y Redentor mío, por ser Vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de haberos ofendido: propongo, con vuestra gracia, nunca más pecar, y espero en vuestra misericordia, que me habéis de perdonar y salvar. Amén.
Taza de San Francisco de Asís, cómprala AQUI

ORACIÓN INICIAL

Omnipotente Dios y Señor nuestro, Rey Supremo de los Cielos y la tierra, que con vuestra palabra habéis sacado a todas las creaturas del profundo abismo de la nada, y formasteis al hombre a vuestra imagen y semejanza, haciéndole complemento de vuestras maravillas: pues vuestro Hijo Santísimo nos enseñó a llamaros Padre, dándonos confianza para invocaros, hacednos dignos hijos vuestros, santificando en nosotros vuestro excelso Nombre: dadnos celo de vuestra honra y de la salvación de las almas redimidas con la preciosa Sangre de vuestro Hijo Jesucristo, para que nuestra única gloria sea el que Vos seáis reconocido y adorado, y que todos pertenezcamos al Reino de vuestra Justicia por la gracia y la caridad.

Atended, Señor, a la flaqueza y miseria de nuestro ser, y concedednos que, fortificada nuestra alma por la participación de los Sacramentos, solo suspire por Vos, único objeto de su amor, y que ilustrada por medio de vuestra palabra comprenda los Misterios altísimos que el mismo Jesucristo se dignó revelarnos.

Dadnos un corazón dócil a vuestras inspiraciones, piadoso para con los prójimos, paciente en las tribulaciones, humilde en las prosperidades, y mortificado para no dejarse vencer de las aficiones terrenas. Recibid benigno el sacrificio de nuestras oraciones, y purificad nuestra conciencia, dándonos la fuerza y aliento que nuestra debilidad necesita para la perfecta práctica de vuestra Santa Ley; y concedednos el favor que ahora os pedimos, y la perseverancia en vuestra gracia.

Por el mismo Jesucristo Hijo vuestro, nuestro Señor, que con Vos y el Espíritu Santo vive y reina, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.

DÍA CUARTO
19 DE AGOSTO

DE LA PUREZA DE SAN LUIS

La cuidadosa y santa educación que la Reina Doña Blanca de Castilla dio a su Santo hijo, produjo en él grande amor a la pureza y castidad, de que dio admirables ejemplos, no permitiendo discursos indecentes en su palacio, y publicando severas leyes contra los escándalos y disoluciones. Precisado a casarse por el bien de su Reino, observó exacta continencia, y de consentimiento de la Reina su esposa, se abstenía del comercio conyugal en el Adviento, Cuaresma, y demás Vigilias, Fiestas solemnes, y algunos días antes y después del día en que comulgaba, según la práctica que entonces observaba la Iglesia: virtud que premió Dios, concediéndole la fecunda sucesión de seis hijos y cinco hijas, que hoy dura y se mantiene llena de bendiciones para apoyo de la Cristiandad. Para conservar el precioso tesoro de la pureza, huía San Luis los regalos y placeres del cuerpo, mortificaba sus sentidos, comía parcamente, y alimentaba su alma con la Oración y Lección Espiritual, para cuyo fin juntó en su palacio una copiosa librería de Santos Padres, siendo su delicia conferir lo que leía con algunos varones doctos y santos que siempre tuvo en su Corte.

REFLEXIÓN

Los Santos, para conservar la pureza, redujeron su cuerpo a dura servidumbre, negándose a los placeres y deleites, huyendo la ociosidad, mortificando sus sentidos con ásperas penitencias y útiles ocupaciones, clamando a Dios con fervorosa oración, y meditando siempre en la Pasión de su Santísimo Hijo. Este es el único y verdadero camino de no dejarse vencer de las aficiones terrenas, y conservar puro el corazón. Dios nos habla por la lectura de los buenos libros: nos instruye, consuela, corrige, y excita nuestros deseos de anhelar a la perfección, siendo el medio más útil para resistir la distracción que nos causan las tentaciones.

ORACIÓN PARA ESTE DÍA

Dios y Señor nuestro, que con tan abundante liberalidad concedéis vuestra gracia a quien humilde os la pide: reconociendo nuestra debilidad, recurrimos a Vos, suplicándoos abraséis nuestro corazón con el fuego de vuestro Divino Espíritu, para que conservemos la castidad y continencia a imitación de vuestro Siervo San Luis, y os procuremos agradar, refrenando los sentidos, y apartando de nuestro espíritu todo afecto impuro y sensual. Concedednos resolución para mortificar nuestras desordenadas pasiones, y que el justo temor de nuestra fragilidad sujete la carne al espíritu, por medio de la penitencia. Dadnos el gustar de Vos, para que saciados con la suavidad de vuestras delicias, despreciemos los regalos del cuerpo, y os amemos con puro y casto corazón. Y pues Vos solo dais esta preciosa virtud, enviadnos el rocío de vuestra gracia, para que nuestro espíritu reflorezca con el vigor de la pureza, y limpios de toda mancha, y libres de las tentaciones sensuales, consigamos los Dones eternos. Por Nuestro Señor Jesucristo, vuestro Hijo, que con Vos y el Espíritu Santo vive y reina, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.

Rezar tres veces el Padre nuestro y Ave María, con Gloria Patri.

GOZOS DE SAN LUIS IX REY DE FRANCIA

Ejemplar esclarecido
De reyes, de Francia honor:
Seáis nuestro intercesor,
San Luis de Dios querido.

De niño fuiste criado
En temor santo de Dios;
De virtudes fuisteis vos
Desde muy niño adornado;
En amor santo encendido,
Con la edad creció el ardor:
Seáis nuestro intercesor,
San Luis de Dios querido.

Admirable en abstinencia,
En oración fervoroso,
Del honor de Dios celoso,
De cilicios la frecuencia
Os ha hecho esclarecido,
Santo de marca mayor:
Seais nuestro intercesor,
San Luis de Dios querido.

Los pobres y desvalidos
Fueron vuestros cortesanos,
Les lavábais pies y manos,
A más de bien socorridos,
Darles alivio cumplido
Procuraba vuestro amor:
Seáis nuestro intercesor,
San Luis de Dios querido.

Del gran Serafín llagado
Hijo, en su Orden Tercero,
Ilustraste al mundo entero,
Habiéndole despreciado;
Y aunque de él escarnecido,
Despreciáis tal burlador:
Seáis nuestro intercesor,
San Luis de Dios querido.

Con católico valor,
Procurasteis conquistar
La tierra en que quiso obrar
La salud el Redentor;
Con ejército lucido
Fuiste del turco terror:
Seáis nuestro intercesor,
San Luis de Dios querido.

Vuestro ejército infectó
La peste, plaga cruel;
Y aunque fuisteis del infiel
Prisionero, no logró
El pacto, que envanecido
Os propuso su furor:
Seáis nuestro intercesor,
San Luis de Dios querido.

Segunda vez embestís
Al turco, que tanto infesta;
Pero herido de la peste
Vuestro fin no conseguís:
Sobre Túnez de ella herido
Volvéis el alma al Redentor:
Seáis nuestro intercesor,
San Luis de Dios querido.

Lamparones, que es mal fiero,
Curáis con facilidad,
Y a cualquier enfermedad
Remedio dais por entero;
Atento está vuestro oído
A quien os pide favor:
Seáis nuestro intercesor,
San Luis de Dios querido.

Miradnos siempre propicio
En cualquier tribulación,
Y con vuestra intercesión
Libradnos de todo vicio;
Con vuestro favor vencido
Sea el pecado y error:
Seáis nuestro intercesor,
San Luis de Dios querido.

Pues que ejemplar habéis sido
De reyes, de Francia honor:
Seáis nuestro intercesor,
San Luis de Dios querido.

ANTIFONA

Este gran Rey sustentó en su vida la Casa del Señor, y fortaleció en sus días el Templo: miró por la felicidad de su Pueblo, y le libró de sus enemigos.

V. El justo florecerá como la palma,

R. Y se multiplicará como el cedro del Líbano.

ORACIÓN FINAL

Dios, que del Reino de la tierra trasladasteis al Bienaventurado Confesor San Luis a la Gloria de la Celestial Patria: concedednos por su intercesión y méritos, que logremos igual suerte en la compañía del Rey de los Reyes, Jesucristo Hijo vuestro. Atended propicio a los deseos de nuestro Rey Católico, concediéndole feliz y tranquilo gobierno, y victoria contra los enemigos de vuestro Santo Nombre, para gloria vuestra y beneficio de su pueblo. Por el mismo Jesucristo Hijo vuestro, nuestro Señor, que con Vos y el Espíritu Santo vive y reina, Dios, por los siglos de los siglos. Amen. 
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.


Pbro. Leopoldo Jerónimo de Puig, capellán real y administrador del Real Hospital de San Luis de los Franceses en Madrid. Con licencia otorgada por el vicario de la villa de Madrid en el año 1744. Los Gozos, de origen valenciano, no tienen fecha ni autor conocido.

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