Porque se le llama Serafico a San Francisco


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En el siglo VI el escritor Dionisio el Areópago sacó de diferentes pasajes bíblicos una lista de nueve coros de ángeles: serafines, querubines, tronos, dominaciones, virtudes, potestades, principados, arcángeles y ángeles. Los primeros en la jerarquía de los ángeles son los Serafines. Un miembro individual de este grupo se llama serafín.

Se mencionan los serafines en el libro del profeta Isaías 6:1-7. Ahí ellos están parados delante del trono de Dios alabándolo y gritando, “Santo, Santo, Santo es Yahvé de los Ejércitos, su Gloria llena toda la tierra.” Es un Serafín que toca los labios de Isaías con un carbón encendido, liberándolo de todo pecado. Se asocian a los Serafines por su amor ardiente a Dios.
Un Serafín aparece en la historia de San Francisco de Asís cuando él recibió el estigma (las heridas de la pasión de Cristo) en su cuerpo. San Francisco oró por la gracia de experimentar los dolores de la pasión de Cristo y por sentir el mismo amor que llevo Jesús a sacrificarse por nosotros. Entonces un Serafín con seis alas de fuego bajo del cielo, pareciendo como un hombre clavado a una cruz. El imprimió el estigma en el cuerpo de San Francisco.

Por razón de esta experiencia y su amor ardiente a Dios, muchas veces se refiere a San Francisco como el Santo Seráfico y también se encuentra en el mundo parroquias e instituciones nombradas San Francisco Serafín.

Según la Angelología los Serafines tienen como misión, amar a Dios, esa es su tarea. Cuando a San Francisco se le dice seráfico se está señalando un rasgo de su personalidad: era sumamente amoroso y ese es uno de los grandes atractivos del santo de Asís, paso por la vida amando todo, incluso aquello que a nosotros nos cuesta tanto amar. Amo a los buenos y a los malos, a los sanos y a los enfermos. Su relación con la creación era sumamente afectuosa “hermano Sol”, “hermana Luna”, “hermana agua”. Fue un hombre que sembró amor en un mundo donde había odio.

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