Liturgia de las horas San Luis Rey



LAUDES

ADORACIÓN AL SANTÍSIMO SACRAMENTO

Guía: Te adoramos…

Todos: Santísimo Señor Jesucristo, aquí y en todas las iglesias que hay en todo el mundo y te bendecimos, pues por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Guía: Oh Sagrado Banquete…

Todos: En el cual se recibe a Cristo, se renueva el recuerdo de su Pasión, se llena el alma de gracia, y se nos da una prenda para nuestra Gloria futura.

Guía: Les diste pan del cielo…

Todos: Que tiene en si todo deleite.

Guía: Oremos…

Todos: Oh Dios, que bajo este admirable sacramento nos dejaste el recuerdo de tu Pasión, te pedimos nos concedas de tal manera, venerar los misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que constantemente sintamos en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas, por los siglos de los siglos. Amén.

VENERACIÓN A MARÍA

Guía: El ángel del Señor anunció a María…

Todos: Y ella concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.
Dios te Salve María…

Guía: Heme aquí la esclava del Señor…

Todos: Hágase en mí según Su Palabra.
Dios te Salve María…

Guía: Y el verbo se hizo carne…

Todos: Y habitó entre nosotros.
Dios te Salve María…

Guía:
Oremos: Derrama Señor tu gracia sobre nuestros corazones, para que quienes hemos conocido por el anuncio del Ángel, la Encarnación de tu hijo Jesucristo, lleguemos por su Pasión y su Cruz, a la Gloria de la Resurrección. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo
Como era en el principio  ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

INVOCACIÓN INICIAL

Señor abre mis labios †
Y mi boca proclamará tu alabanza

INVITATORIO

Aclamemos al Señor, en esta fiesta de San Luis.

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Aclamemos al Señor, en esta fiesta de San Luis.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Aclamemos al Señor, en esta fiesta de San Luis.

Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.

Aclamemos al Señor, en esta fiesta de San Luis.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Mása en el desierto; 
cuando vuestros padres me pusieron a prueba, y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Aclamemos al Señor, en esta fiesta de San Luis.

Durante cuarenta años aquella generación me asqueó, y dije: "Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»

Aclamemos al Señor, en esta fiesta de San Luis.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Aclamemos al Señor, en esta fiesta de San Luis.

HIMNO

Fuiste grito enamorado
de la inefable hermosura
de una increíble locura:
Dios en hombre anonadado.
«¡Ay, y el Amor no es amado!»

Fuiste del dolor flechado
al mirar la horrible muerte
y el cuerpo sangrado, inerte,
de tu Dios crucificado.
«¡Ay, y el Amor no es amado!»

Fuiste tú el anonadado
al alimentar tu vida
con el pan y la bebida
de Jesús sacramentado.
«¡Ay, y el Amor no es amado!»

Fuiste voz, ansia, cuidado
de hacer entender a todos
los hombres, de todos modos,
que sólo existe un pecado:
«¡Ay, que el Amor no es amado!»

Hoy, ya bienaventurado,
en la familia del cielo,
danos repetir tu anhelo
de ver a Dios siempre amado.
«¡Ah, que el Amor sea amado!»
Amén.

SALTERIO

Ant. 1: El Señor le concedió una gloria eterna y su nombre no será nunca olvidado.

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Ant. 1: El Señor le concedió una gloria eterna y su nombre no será nunca olvidado.

. . . . . . . . . . . . . . . . .

Ant. 2: Siervos del Señor,
bendecid al Señor eternamente.

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón,
bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

Ant. 2. Siervos del Señor,
bendecid al Señor eternamente.

. . . . . . . . . . . . . . . . .


Ant. 3 Que los santos festejen su gloria,
y canten jubilosos en filas.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas, 
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada 
es un honor para todos sus fieles.

Ant. 3. Que los santos festejen su gloria,
y canten jubilosos en filas.

 LECTURA BREVE

Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.

RESPONSORIO BREVE

R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
V. Lleva en el corazón la ley de su Dios.

R. Y sus pasos no vacilan. 
V. Lleva en el corazón la ley de su Dios.

R. Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
V. Lleva en el corazón la ley de su Dios.


BENEDICTUS

Antífona: El Altísimo cuidó de él. Recibió la noble corona, la rica diadema de manos del Señor. 


Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Antífona: El Altísimo cuidó de él. Recibió la noble corona, la rica diadema de manos del Señor. 

. . . . . . . . . . . . . . . . .

PRECES

Adoremos hermanos, a Cristo, el Dios santo, y pidiéndole que nos enseñe a servirle con santidad y justicia, en su presencia todos nuestros días, aclamémosle diciendo:

Tú solo eres santo, Señor.


Señor Jesús, probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado…
Compadécete de nuestras debilidades.

Señor Jesús, que  todos nos llamas a la perfección del amor…
Danos el progresar por caminos de santidad.

Señor Jesús, que nos quieres sal de la tierra, y luz del mundo…
Ilumina nuestras vidas con tu propia luz.

Señor Jesús, que viniste al mundo no para que te sirvieran, sino para servir…
Haz que sepamos servir con humildad a ti y a nuestros hermanos.

Señor Jesús, reflejo de la gloria del Padre e impronta de su ser,
Haz que un día podamos contemplar la claridad de tu gloria.

Oremos ahora al Padre, como nos enseñó el mismo Jesús:
PADRE NUESTRO

ORACIÓN FINAL

Oh Dios, que has trasladado a San Luis rey de Francia, desde los afanes del gobierno temporal, al reino de tu gloria, concédenos por su intercesión, buscar ante todo tu reino, en medio de nuestras ocupaciones temporales. Por nuestro Señor Jesucristo.

CONCLUSIÓN

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.

. . . . . . . . . . . . . . . . .

VISPERAS

 HIMNO

Con la vocación sagrada
de ser heraldo de Dios,
tu corte, fue monasterio,
tu campo, siempre de amor.

Cambiaste toda tu pompa
en sencillez y humildad,
tus riquezas, tus poderes,
en obras de caridad.

Bajo la encina serena
las audiencias mantenías
con talante franciscano
de pobreza y alegría.

Fe en oración tradujiste,
la religión, en gobierno,
tu amor ardiente al Señor
en tu más hondo deseo.

Gloria al Padre omnipotente,
gloria al Hijo que él nos dio,
gloria al Espíritu Santo,
Tres personas, sólo un Dios. Amén.

SALMODIA

Ant. l. El Señor bendice a quien procede honradamente y practica la justicia.

Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?

El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua,

el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,

el que no retracta lo que juró
aun en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.

El que así obra nunca fallará.

Ant. l. El Señor bendice a quien procede honradamente y practica la justicia.
Los salmos y el cántico, del Común de santos varones.

Ant. 2. Dichoso el hombre que se apiada y presta y reparte limosna a los pobres: alzará la frente con dignidad.

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.

Ant. 2. Dichoso el hombre que se apiada y presta y reparte limosna a los pobres: alzará la frente con dignidad.

Ant. 3. Los santos cantaban un cántico nuevo ante el trono de Dios y del Cordero, y sus voces llenaban toda la tierra.

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Ant. 3. Los santos cantaban un cántico nuevo ante el trono de Dios y del Cordero, y sus voces llenaban toda la tierra.

LECTURA BREVE

Rom 8,28-30
Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien; a los cuales ha llamado conforme a su designio. Porque a los que había conocido de antemano, los predestinó a reproducír la imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito entre muchos hermanos. Y, a los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.

RESPONSORlO BREVE

R. El Señor es justo y ama la justicia.
V. El Señor es justo y ama la justicia.

R. Los buenos verán su rostro. 
V. Y ama la justicia. Gloria al Padre. 

R. Gloria al PAdre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V. El Señor es justo y ama la justicia.

Antífona. Ten piedad, hijo mio, para con los pobres y afligidos; ayúdalos y consuélalos siempre.

PRECES

Demos gracias a Dios que ha enaltecido a san Luis y a nosotros nos ha concedido alegramos en su fiesta, y digámosle confiados:

Seamos santos, porque tú, Señor, eres santo.

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia santa, edificada sobre el cimiento de los apóstoles y extendida hasta los confines del mundo,
— y derrama tu bendición abundante sobre cuantos creemos en ti.

Tú que cuidas de cada uno de nosotros para que no desfallezcamos en el camino de la vida, y nos das tus bienes a manos llenas,
— acuérdate de los pobres y olvidados, y no permitas que ninguno de nuestros hermanos muera de hambre por culpa nuestra.

Señor Jesús, que elegiste a tus apóstoles para compartir tu vida y misión,
— te pedirnos, por intercesión de san Luis, que sigas eligiendo hombres y mujeres que te hagan presente y que anuncien a todos los hombres el mensaje franciscano de paz y bien.

Tú Señor, que trasladaste a san Luis desde los afanes de este mundo al reino de los cielos,
— haz de todos nosotros mensajeros de tu paz y testigos de esperanza.

Te ofrecemos, Señor, nuestro homenaje de gratitud por la santidad de san Luis y de tantos hermanos y hermanas de la Tercera Orden Franciscana,
— y te pedirnos que ilumines con tu gloria a los que todavía estarnos en este mundo, y acojas en tu misericordia a los que han muerto con la esperanza de contemplar tu rostro.

PADRE NUESTRO

ORACION FINAL

Dios, Padre bueno, que has trasladado a san Luis, rey de Francia, desde los afanes del gobierno temporal al reino de tu gloria, concédenos, por su intercesión, buscar ante todo tu reino en medio de nuestras ocupaciones temporales. Por nuestro Señor Jesucristo.

CONCLUSIÓN

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.

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