Novena a San Luis Rey dia 5
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Criador y Redentor mío, por ser Vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de haberos ofendido: propongo, con vuestra gracia, nunca más pecar, y espero en vuestra misericordia, que me habéis de perdonar y salvar. Amén.
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ORACIÓN INICIAL
Omnipotente Dios y Señor nuestro, Rey Supremo de los Cielos y la tierra, que con vuestra palabra habéis sacado a todas las creaturas del profundo abismo de la nada, y formasteis al hombre a vuestra imagen y semejanza, haciéndole complemento de vuestras maravillas: pues vuestro Hijo Santísimo nos enseñó a llamaros Padre, dándonos confianza para invocaros, hacednos dignos hijos vuestros, santificando en nosotros vuestro excelso Nombre: dadnos celo de vuestra honra y de la salvación de las almas redimidas con la preciosa Sangre de vuestro Hijo Jesucristo, para que nuestra única gloria sea el que Vos seáis reconocido y adorado, y que todos pertenezcamos al Reino de vuestra Justicia por la gracia y la caridad.
Atended, Señor, a la flaqueza y miseria de nuestro ser, y concedednos que, fortificada nuestra alma por la participación de los Sacramentos, solo suspire por Vos, único objeto de su amor, y que ilustrada por medio de vuestra palabra comprenda los Misterios altísimos que el mismo Jesucristo se dignó revelarnos.
Dadnos un corazón dócil a vuestras inspiraciones, piadoso para con los prójimos, paciente en las tribulaciones, humilde en las prosperidades, y mortificado para no dejarse vencer de las aficiones terrenas. Recibid benigno el sacrificio de nuestras oraciones, y purificad nuestra conciencia, dándonos la fuerza y aliento que nuestra debilidad necesita para la perfecta práctica de vuestra Santa Ley; y concedednos el favor que ahora os pedimos, y la perseverancia en vuestra gracia.
Por el mismo Jesucristo Hijo vuestro, nuestro Señor, que con Vos y el Espíritu Santo vive y reina, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.
DÍA QUINTO
20 DE AGOSTO
DE LA HUMILDAD PROFUNDA DE SAN LUIS
No ensoberbeció al corazón de San Luis el extendido y poderoso Reino que poseía, y el obsequio de sus vasallos; antes, penetrado del más vivo reconocimiento a la Piedad Divina, que le había elevado a esta dignidad, usaba del poder solo para beneficio de los pueblos, y humillaba su alma bajo la poderosa mano del Señor, recibiendo todos los sucesos con igual semblante. Lejos de admitir los vanos aplausos de los aduladores, tenía prevenido a los que le asistían que le advirtiesen de los defectos que cometía, pata corregirlos. Usaba de gran moderación en su vestido, comida y muebles: apreciaba más llamarle Luis de Poissy, porque en este lugar había recibido el Santo Bautismo, que todos los honores de Rey de Francia. Cuando entró victorioso en Damieta, no quiso hacerse un trofeo de los vencidos y ostentar la gloria de vencedor, admitiendo las apariencias brillantes del triunfo, e hizo su entrada como penitente, desnudos los pies, pobremente vestido, llevando en la mano un Crucifijo, a quien quería se atribuyesen únicamente los honores de la victoria. Toleró resignado el rubor de verse vencido y prisionero de los Infieles, y las amenazas e insultos con que probaron su constancia. Sufrió con igualdad de ánimo las injurias que le hicieron, y jamás quiso vengar ofensa cometida contra su particular persona.
No ensoberbeció al corazón de San Luis el extendido y poderoso Reino que poseía, y el obsequio de sus vasallos; antes, penetrado del más vivo reconocimiento a la Piedad Divina, que le había elevado a esta dignidad, usaba del poder solo para beneficio de los pueblos, y humillaba su alma bajo la poderosa mano del Señor, recibiendo todos los sucesos con igual semblante. Lejos de admitir los vanos aplausos de los aduladores, tenía prevenido a los que le asistían que le advirtiesen de los defectos que cometía, pata corregirlos. Usaba de gran moderación en su vestido, comida y muebles: apreciaba más llamarle Luis de Poissy, porque en este lugar había recibido el Santo Bautismo, que todos los honores de Rey de Francia. Cuando entró victorioso en Damieta, no quiso hacerse un trofeo de los vencidos y ostentar la gloria de vencedor, admitiendo las apariencias brillantes del triunfo, e hizo su entrada como penitente, desnudos los pies, pobremente vestido, llevando en la mano un Crucifijo, a quien quería se atribuyesen únicamente los honores de la victoria. Toleró resignado el rubor de verse vencido y prisionero de los Infieles, y las amenazas e insultos con que probaron su constancia. Sufrió con igualdad de ánimo las injurias que le hicieron, y jamás quiso vengar ofensa cometida contra su particular persona.
REFLEXIÓN
El que reconoce que todos los bienes que tiene son Dones de Dios, humilla su corazón, huye la vanidad, jactancia y orgullo: ama el silencio, desprecia las cosas temporales, conserva la paz, admite con gusto las advertencias y concejos, y se hace amable a Dios y a los hombres. El ejemplo y doctrina de Jesucristo y de sus Santos, nos convencen de la necesidad que tenemos de adquirir esta preciosa virtud de la humildad, primero y principal fundamento de la vida Cristiana.
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
Dios y Señor nuestro, que para ejemplo y remedio de los hombres enviasteis al mundo a vuestro Santísimo Hijo Jesucristo, semejante a nosotros en todo menos en el pecado: dadnos, Señor, un perfecto conocimiento de nuestras miserias y defectos, para que reconociendo que cuanto hay bueno en nosotros es Don de vuestra poderosa mano, humillemos nuestro corazón y huyamos de la vana complacencia y estimación propia, y de la ambición de las cosas terrenas. Y pues nos dejasteis tan admirables ejemplos de esta virtud en vuestro Siervo San Luis, os suplicamos por su intercesión nos concedáis un espíritu contrito y humillado, que no se envanezca con la alabanza ni se deje vencer de la presunción, sino que imitando la humildad de vuestro Santísimo Hijo, vivamos sobria, justa y piadosamente, y merezcamos ser consolados de Vos, logrando el descanso y quietud de nuestro espíritu, la facilidad en cumplir vuestros Santos preceptos, y el premio que tenéis preparado a los verdaderos humildes. Así os lo rogamos por el mismo Jesucristo, Hijo vuestro, nuestro Señor, que con Vos y el Espíritu Santo vive y reina, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.
Rezar tres veces el Padre nuestro y Ave María, con Gloria Patri.
GOZOS DE SAN LUIS IX REY DE FRANCIA
Ejemplar esclarecido
De reyes, de Francia honor:
Seáis nuestro intercesor,
San Luis de Dios querido.
De niño fuiste criado
En temor santo de Dios;
De virtudes fuisteis vos
Desde muy niño adornado;
En amor santo encendido,
Con la edad creció el ardor:
Seáis nuestro intercesor,
San Luis de Dios querido.
Admirable en abstinencia,
En oración fervoroso,
Del honor de Dios celoso,
De cilicios la frecuencia
Os ha hecho esclarecido,
Santo de marca mayor:
Seais nuestro intercesor,
San Luis de Dios querido.
Los pobres y desvalidos
Fueron vuestros cortesanos,
Les lavábais pies y manos,
A más de bien socorridos,
Darles alivio cumplido
Procuraba vuestro amor:
Seáis nuestro intercesor,
San Luis de Dios querido.
Del gran Serafín llagado
Hijo, en su Orden Tercero,
Ilustraste al mundo entero,
Habiéndole despreciado;
Y aunque de él escarnecido,
Despreciáis tal burlador:
Seáis nuestro intercesor,
San Luis de Dios querido.
Con católico valor,
Procurasteis conquistar
La tierra en que quiso obrar
La salud el Redentor;
Con ejército lucido
Fuiste del turco terror:
Seáis nuestro intercesor,
San Luis de Dios querido.
Vuestro ejército infectó
La peste, plaga cruel;
Y aunque fuisteis del infiel
Prisionero, no logró
El pacto, que envanecido
Os propuso su furor:
Seáis nuestro intercesor,
San Luis de Dios querido.
Segunda vez embestís
Al turco, que tanto infesta;
Pero herido de la peste
Vuestro fin no conseguís:
Sobre Túnez de ella herido
Volvéis el alma al Redentor:
Seáis nuestro intercesor,
San Luis de Dios querido.
Lamparones, que es mal fiero,
Curáis con facilidad,
Y a cualquier enfermedad
Remedio dais por entero;
Atento está vuestro oído
A quien os pide favor:
Seáis nuestro intercesor,
San Luis de Dios querido.
Miradnos siempre propicio
En cualquier tribulación,
Y con vuestra intercesión
Libradnos de todo vicio;
Con vuestro favor vencido
Sea el pecado y error:
Seáis nuestro intercesor,
San Luis de Dios querido.
Pues que ejemplar habéis sido
De reyes, de Francia honor:
Seáis nuestro intercesor,
San Luis de Dios querido.
ANTIFONA
V. El justo florecerá como la palma,
R. Y se multiplicará como el cedro del Líbano.
ORACIÓN FINAL
Dios, que del Reino de la tierra trasladasteis al Bienaventurado Confesor San Luis a la Gloria de la Celestial Patria: concedednos por su intercesión y méritos, que logremos igual suerte en la compañía del Rey de los Reyes, Jesucristo Hijo vuestro. Atended propicio a los deseos de nuestro Rey Católico, concediéndole feliz y tranquilo gobierno, y victoria contra los enemigos de vuestro Santo Nombre, para gloria vuestra y beneficio de su pueblo. Por el mismo Jesucristo Hijo vuestro, nuestro Señor, que con Vos y el Espíritu Santo vive y reina, Dios, por los siglos de los siglos. Amen.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
Pbro. Leopoldo Jerónimo de Puig, capellán real y administrador del Real Hospital de San Luis de los Franceses en Madrid. Con licencia otorgada por el vicario de la villa de Madrid en el año 1744. Los Gozos, de origen valenciano, no tienen fecha ni autor conocido.
Pbro. Leopoldo Jerónimo de Puig, capellán real y administrador del Real Hospital de San Luis de los Franceses en Madrid. Con licencia otorgada por el vicario de la villa de Madrid en el año 1744. Los Gozos, de origen valenciano, no tienen fecha ni autor conocido.
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