San Francisco es consolado por los angeles Bononat 1788

San Francisco es Confortado por Ángeles
José Camarón y Bonanat, 1788
Óleo sobre lienzo, Museo del Prado, Madrid
José Camarón y Bonanat (1731–1803) nació en una familia de artistas de origen aragonés y se formó primero con su padre, el escultor Nicolás Camarón, y posteriormente en Valencia. Su prestigio creció con los años, lo que le valió ser nombrado Académico de Mérito en la Real Academia de San Fernando en 1762 y, más tarde, en la recién fundada Academia de San Carlos en Valencia en 1768. En 1790 fue nombrado Director de Pintura y en 1796 Director General de la institución. Si bien es conocido principalmente por sus pinturas religiosas, Camarón también realizó escenas festivas y elegantes que, como señaló Orellana, a veces se confundieron con la obra de Luis Paret. Dejó un abundante conjunto de dibujos, algunos como estudios preparatorios y otros destinados al grabado.
En este lienzo devocional, San Francisco aparece representado hacia el final de su vida, cuando su vista debilitada ya no le permitía escribir su propio testamento. A los pies de su cama, un hermano franciscano registra sus últimas palabras. Sin embargo, Francisco no fija su atención en esta tarea terrenal. Su mirada se eleva hacia una visión celestial de tres ángeles. Dos de ellos, de rasgos delicados y luminosos, tocan instrumentos para consolarlo: uno un violoncello y el otro un instrumento de cuerpo redondeado semejante a una mandolina o guitarra primitiva. El tercer ángel sostiene suavemente al santo desde atrás, ayudándole a incorporarse para contemplar mejor la escena divina.
La mano derecha de Francisco se extiende hacia el hermano que escribe, no como una instrucción, sino como un gesto de asombro y anhelo: la palma abierta y los dedos ligeramente extendidos, como si preguntara por qué su hermano no puede ver lo que él ve. En primer plano, una pequeña mesa sostiene objetos asociados a la contemplación franciscana de la muerte y la penitencia: una vela apagada, una calavera y una cuerda de disciplina. La tonalidad dorada del fondo y la paleta terrosa unifican la composición, otorgándole una atmósfera de luz suave, serenidad y cercanía espiritual. Camarón no enfatiza el sufrimiento, sino una consolación mística tierna, presentando al santo no en agonía, sino en la antesala de la paz.

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